Historia resumida de la Biblia

Aún en una sociedad completamente globalizada, laica y embriagada de gadgets tecnológicos como la actual, la Biblia conserva, y por mucho, el título del libro más vendido de toda la historia de la humanidad.

En total, se estima que han sido vendidas alrededor de 3.900 millones de copias de la Biblia y que sus páginas, rebosantes de historias, doctrinas, códigos y tradiciones, han sido traducidas a más de 2.500 idiomas.

La Biblia es, además, el marco teológico de la religión que mayor número de fieles posee en la actualidad: el cristianismo. Su contenido ha influenciado enormemente a la cultura occidental, a tal punto que parece imposible desligar las enseñanzas de la Biblia de la historia misma de la humanidad en la era actual.

El inicio de los tiempos: Adán y Eva

La historia de la Biblia inicia incluso antes de que la materia existiese. En el principio de los tiempos, solo Dios existía. Luego de siete días (el número siete es utilizado en distintas ocasiones en la Biblia para indicar un periodo extenso e indeterminado de tiempo), Dios concluye la creación del universo entero para después colocar a la primera pareja de seres humanos, Adán y Eva, a quienes hizo a su imagen y semejanza, al frente de su creación.

El Diluvio y el Arca de Noé

A pesar de las gracias dadas por Dios a los primeros hombres, estos le desobedecieron, y con ello, el pecado y la muerte entraron al mundo.

Esta inclinación hacia el pecado continuó esparciéndose por el mundo y pervirtiendo al hombre. Profundamente enojado y decepcionado por ello, Dios decidió juzgar a la Tierra al hacer llover durante cuarenta días y cuarenta noches sin parar.

Entrada de los animales al Arca de Noé
Entrada de los animales al Arca de Noé, óleo sobre tabla de Jan Brueghel el Viejo (año 1613).

El diluvio habría acabado con casi toda la vida terrestre sobre la Tierra de no ser porque Dios se compadeció de Noé: un hombre justo. Dios le ordenó que construyese un arca para que los animales y su familia pudiesen ser salvados. Noé obedeció, construyó el arca que Dios le encomendó y su descendencia perduró en el tiempo.

La promesa de Dios a Abraham

Uno de los descendientes de Noé fue un hombre llamado Abram. Un día, Dios le prometió a Abram y a toda su familia que los usaría para bendecir a todo el mundo y que, además, sus descendientes tendrían una tierra especial para vivir y que serían incontables como las estrellas del cielo. Después de ello, Dios le otorgó a Abram un nuevo nombre: Abraham (que significa padre de una multitud de gentes).

José recibe a sus parientes en Egipto

Cuando una hambruna se espació a través de la Tierra, Dios usó a José, el bisnieto de Abraham, para atraer a Egipto a su parientes, el pueblo hebreo, y que así estos pudiesen salvarse de sus terribles consecuencias.

Así ocurrió, el padre de José, Jacob, también llamado Israel, acudió a Egipto con su extensa familia y fueron acogidos por José, quien gozaba del beneplácito del faraón de entonces.

La esclavitud en Egipto y la travesía por el desierto

Años después, el pueblo hebreo asentado en Egipto comenzó a multiplicarse rápidamente, despertando con ello sentimientos negativos en los corazones de los egipcios, quienes, con el pasar de los años, les sometieron e hicieron sus esclavos. Sin embargo, Dios levantó a un líder dentro de los hebreos para que liberase a su pueblo. Este líder fue conocido como Moisés.

Moisés hace brotar agua de una piedra
Moisés hace brotar agua de una piedra, obra de François Perrier (año 1642).

Moisés rescató al pueblo de Dios de las manos del faraón, Ramsés II, y les prometió llevarlos a la tierra prometida por Dios. A través de su larga travesía por el desierto, Dios obró, ante los ojos de su pueblo, milagros increíbles; les enseñó cómo vivir correctamente y les mostró cómo ofrecer sacrificios por la expiación de sus pecados.

La época de los reyes: Saúl, David y Salomón

A pesar de la cercanía de Dios con su pueblo, estos, incluso después de llegar a la tierra prometida, dieron un espaldarazo a Dios. Algunos adoraban a ídolos u otros dioses; otros, por el contrario, exigían tener un rey humano en lugar de Dios. Dios fue paciente y misericordioso; de hecho, no solo les concedió un rey, sino tres grandes reyes:

  1. El primero de los reyes fue Saúl, quien unificó al pueblo hebreo mediante la creación de la Monarquía Unida de Israel y Judá.
  2. El rey Saúl sería sucedido por el rey David, quien en su juventud derrotó al gigante filisteo Goliat.
  3. Uno de los hijos de David, Salomón, se convirtió en su sucesor. Durante su reinado, construyó un hermoso templo en honor a Dios. Sin embargo, en su ancianidad abandonó su creencia en Dios y adoptó costumbres paganas.

La gran Diáspora y la profecía del Mesías

El pecado de Salomón dividió a la Monarquía Unida de Israel en dos reinos: el Reino de Israel, en el norte, y el Reino de Judá, en el sur. Durante este periodo de dificultad, profetas como Isaías hablaron del Mesías a los hebreos, quienes ahora eran conocidos como el pueblo judío.

Isaías es testigo del vicio y la locura de Jerusalén
Isaías es testigo del vicio y la locura de Jerusalén, obra de William Hole (alrededor de principios del siglo XX).

Según las profecías, el Mesías cumpliría nuevamente con el plan de Dios. El pueblo judío se aferró fervientemente a la profecía que prometía la llegada del Mesías; incluso cuando fueron conquistados y desterrados por otros reinos e imperios, mantuvieron su esperanza en la llegada del salvador.

El regreso a la tierra prometida

Con el pasar de los años, Dios se valió de otros reinos para llevar a los israelitas de regreso a sus tierras. Estos reconstruyeron el templo de Salomón que, años atrás, había sido destruido por sus enemigos, y repararon las murallas de Jerusalén.

En esta época, el profeta Malaquías predijo que el Mesías estaba por llegar. Sin embargo, los siglos pasaron y la profecía parecía que no se cumpliría.

Dios se hace hombre: el nacimiento de Jesús

A inicios de la era actual, Dios mismo se hizo hombre entre los hombres; su nombre fue Jesús. El Mesías, cuya llegada había sido profetizada siglos atrás, nació en un pesebre, de la forma más humilde posible.

Durante su estancia en la Tierra, Jesús vivió una vida sin pecados, realizó milagros y les enseñó a las personas cómo volver a Dios.

La vida pública de Jesús: muerte y resurrección

A pesar de que Jesús tuvo muchos seguidores, no todos los judíos creyeron en sus palabras o en sus obras, pues rehusaban a aceptar que el hijo de un carpintero fuese el Mesías.

Desde su perspectiva religiosa, las palabras de Jesús eran blasfemias imperdonables. Motivados por dicho sentimiento, lo arrestaron y crucificaron.

El expolio
El expolio, pintura al óleo de El Greco (entre los años 1577 y 1579).

Un profundo sentimiento de tristeza invadió a sus seguidores, especialmente a los apóstoles, quienes habían compartido tres años con Jesús, el hijo de Dios.

En medio de la desesperanza de los apóstoles y seguidores, Jesús resucitó al tercer día, tal y como lo había predicho, conquistó a la muerte y derrotó al pecado de una vez y para siempre.

Los apóstoles predican la Buena Nueva a todas partes

La historia de la Biblia no terminó con la resurrección de Jesús y su ascensión a los cielos. Los amigos de Jesús llevaron sus mensajes a los confines de la tierra; fieles seguidores como Pedro y Pablo compartieron las buenas nuevas a donde quiera que fueron.

La Parusía: la segunda venida de Jesucristo

Hoy día, quienes creen que Jesús, el hijo de Dios, ha resucitado, y que, además, siguen sus doctrinas y enseñanzas, son conocidos como cristianos.

Al igual que los judíos esperaron durante siglos la llegada del Mesías prometido, los cristianos esperan la parusía, es decir, el advenimiento glorioso de Jesús al final de los tiempos, tal y como fue prometido por el apóstol Juan en el último libro de la Biblia: el Apocalipsis.

Referencias:

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