Civilizaciones de la antigüedad

Las civilizaciones de la antigüedad son aquellas que pertenecen a la Edad Antigua. Las calificamos como tales porque han alcanzado un gran desarrollo en los distintos elementos que la conforman: política, economía, religión y cultura.

Cuáles son las civilizaciones antiguas

Mesopotamia

A Mesopotamia se la considera la cuna de la civilización, estando situada geográficamente en Asia (concretamente, entre los ríos Tigris y Éufrates). Debido a su fértil localización, conoció un importante desarrollo de la agricultura.

Varios son los pueblos que se asentaron en esta zona a lo largo de los siglos:

  • Sumerios: aunque al principio Uruk era su urbe más importante, finalmente fue la ciudad de Umma la que consiguió unificar al resto de ciudades-Estado bajo un mismo mandato. Durante este periodo (año 3200 a. C.), se inventó la escritura cuneiforme (incisiones con forma de cuña).
  • Acadios: este imperio se mantuvo desde el año 2334 a. C. hasta el año 2192 a. C. Se dejó atrás la idea de las ciudades-Estado y se asentó la idea de una organización territorial única.
  • Babilonios: esta sociedad destacó por su dominio de la arquitectura, las matemáticas y la astronomía (de hecho, en esta época se inventó el calendario lunar y el zodíaco). También disponían de unas leyes muy completas, tal y como se puede comprobar con el famoso código de Hammurabi.
  • Asirios: con capital en Assur, destacaron por sus avances en armamento bélico (fueron pioneros en usar armas de hierro y disponían de un impresionante ejército).
  • Persas: el rey Ciro conquistó Babilonia y otros territorios mesopotámicos.

Antiguo Egipto

El antiguo Egipto nació alrededor del año 4000 a. C., siendo una civilización que se estableció a las orillas del río Nilo. Sus reyes se denominaban faraones, siendo personas a las que sus súbditos trataban como si fueran dioses.

Su economía se basaba en la agricultura, lógico si tenemos en cuenta que buena parte de sus tierras estaban bañadas por el mencionado Nilo. De hecho, hasta encauzaban sus aguas para que de este modo sus cultivos ocuparan zonas más amplias.

Sus construcciones aún nos fascinan hoy en día, pues levantaron gigantescas pirámides repletas de pasillos e incluso recámaras ocultas.

Crearon su propia escritura, en este caso pictógrafa (usaban jeroglíficos). Poseían amplios conocimientos de matemáticas, música y astronomía (¡hasta tenían su propio calendario!).

Antigua Grecia

Los inicios de la antigua Grecia se remontan al año 1200 a. C., siendo invadidos por Roma en el año 145 a. C. Muchos historiadores la consideran la cuna de la cultura occidental, ya que numerosos elementos de su sociedad están presentes en el mundo actual.

De hecho, en Grecia nació la democracia, aunque no tal y como la entendemos ahora (por aquel entonces, ni los esclavos ni las mujeres podían beneficiarse de este sistema político, como tampoco lo hacían los niños o los extranjeros).

La antigua Grecia también dejó su huella en la ciencia, la arquitectura, la lengua, la filosofía y la educación en general. Su cultura también marcó al resto de civilizaciones, desde la literatura hasta la música.

Sus ciudades más conocidas eran Atenas y Esparta, basándose su economía en la agricultura y la ganadería. El comercio, pues, era muy importante en toda la región.

Su sociedad era politeista, es decir, adoraba a múltiples dioses. Zeus era su principal deidad, destacando también Afrodita, Apolo, Ares, Artemisa o Hermes.

Antigua Roma

Dio comienzo en el siglo VIII a. C., destacando la época en la que se estableció el Imperio romano (del siglo I al siglo V, en ambos casos después de Cristo).

La leyenda cuenta que Rómulo y Remo fundaron la ciudad de Roma. Tras distintos gobiernos monárquicos, se estableció la república. Poco a poco, Roma fue conquistando a los distintos pueblos que habitaban la actual Italia.

Tras numerosas guerras civiles, César Augusto dio paso al ya mencionado Imperio romano. Durante este periodo sus territorios estaban conformados por regiones de Europa, Asia y África.

Teodosio I el Grande, que hizo que el cristianismo fuera la religión oficial de Roma, dividió el imperio para que así sus dos hijos le sucedieran. Se crearon, pues, el Imperio romano de Occidente y el Imperio romano de Oriente.

Aunque este último aún perviviría hasta el siglo XV, el Imperio romano de Occidente no correría la misma suerte. Las invasiones bárbaras provocaron que en el año 476 un germano depusiera a Rómulo Augústulo, el último emperador romano. Eso supuso el final de la Edad Antigua y el comienzo de la Edad Media.

Características de las civilizaciones antiguas

Civilizaciones fluviales

A algunas de estas culturas se las denomina civilizaciones fluviales, puesto que crecieron al lado de importantes ríos. Es lo que sucedió con Mesopotamia, Egipto, el Valle del Indo y China.

Se desarrollaron de forma rápida gracias a que se establecieron en tierras fértiles que eran sencillas de cosechar y de regar. Además, disponían de agua para beber, peces con los que alimentarse y un cauce en el que transportar las cosas.

El comercio

Se producía más de lo que se necesitaba, así que existían excedentes que se intercambiaban con otros pueblos.

Además, la sociedad ya no estaba formada principalmente por agricultores, sino que existían mercaderes, artesanos y, cómo no, guerreros.

Debido a que no todo el mundo trabajaba en el campo, empezaron a establecerse las grandes ciudades. Algunas profesiones hicieron que la gente fuese más rica que otra, por lo que también surgieron las primeras clases sociales.

La escritura

Es una de las principales características de las civilizaciones antiguas. Nació alrededor del año 3500 a. C., tanto en Mesopotamia como en Egipto.

  • Escritura cuneiforme (Mesopotamia): se realizaban marcas en una tabla de arcilla con una caña que tenía forma de lápiz.
  • Jeroglíficos (Egipto): se escribían tanto en papiro, en este caso con una caña, como en piedra (utilizando un cincel de cobre). Llama la atención el uso de los colores.

Con anterioridad, cuando todo el mundo se conocía, el ser humano no precisaba comunicarse con los demás de otra forma que no fuera hablando.

Sin embargo, la creación de las grandes ciudades propició que se inventara la escritura. Esto fue así por tres motivos principales:

  1. Al haber mucha más gente, resultaba imposible retener en la memoria todo lo que hacían y decían.
  2. La escritura resultaba muy útil para el comercio, puesto que así se podía saber lo que compraba o vendía un determinado mercader, así como el precio de esas cosas.
  3. Los monarcas y jefes querían listados precisos con las personas que habitaban sus tierras. De esta forma era más sencillo recaudar los impuestos y evitar que alguien no los pagara.

Obviamente, el aprendizaje de la escritura no era algo generalizado. De hecho, se convirtió en un oficio muy importante y bien visto. Las personas que lo practicaban recibían el nombre de escribas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *