El siguiente artículo tiene como finalidad exponer la definición, el significado y las características de la doctrina o postura filosófica y social conocida como ateísmo.
Debido a su histórica oposición contra al teísmo en general, esta corriente de pensamiento es mencionada, usualmente, en el ámbito religioso.
Definición de ateísmo
En un sentido amplio, el ateísmo puede ser definido como la ausencia de la creencia en la existencia de lo sobrenatural; es decir, la no creencia en dioses, deidades y demás elementos míticos y religiosos.
Enmarcando la definición anterior en un contexto más restringido, el ateísmo es la postura que sostiene que no existen ningún tipo de deidades (en este sentido, es la doctrina opuesta al teísmo).
Las definiciones anteriores no son más que un intento por enmarcar al ateísmo dentro de una doctrina filosófica y social específica, ya que, a diferencia de las doctrinas religiosas, no existe un consenso o institución que determine cuándo se es creyente o cuándo se es ateo.
Esta es la razón de que el ateísmo, en ocasiones, sea confundido con otras posturas filosóficas similares (como el agnosticismo).
Significado de ateísmo
El término ateo encuentra su raíz etimológica en el latín athĕus, el cual, a su vez, deriva del griego, ἄθεος, que significa sin dios(es).
En un principio, el término ateo poseía una connotación peyorativa, sin embargo, hoy día es utilizado para designar a la población que manifiesta, ya sea por escepticismo o por convicción, no creer en la existencia de dioses o deidades.
Características del ateísmo
Las siguientes son algunas de las características más relevantes del ateísmo:
- El ateísmo no es una religión, sino más bien una postura filosófica o sistema de creencias.
- El ateísmo no es necesariamente cientificista, es decir, no todos los ateos son personas que se adscriben al cientificismo o sienten pasión por la física y la naturaleza de las cosas.
- El ateísmo niega la existencia de elementos sobrenaturales, dioses y deidades incluidos, mientras que el agnosticismo no niega de manera tajante la posibilidad de que tales elementos sobrenaturales existan.
- El ateísmo no se encuentra necesariamente enemistado con las religiones, simplemente difiere de estas en cuanto a su sistema de creencias y doctrinas.
- Si bien el ateísmo no está necesariamente interesado en demostrar la no existencia de Dios, respalda su postura filosófica con argumentos y planteamientos como:
- El argumento de las revelaciones inconscientes.
- El argumento del ocultamiento divino.
- El problema del mal (la paradoja de Epicuro).
- La ausencia de evidencia empírica respecto a la existencia de una o más divinidades.
Tipos de ateísmo
A pesar de estar libre de un marco teórico rígido, el ateísmo, como postura filosófica, posee algunas variantes. Estas son las siguientes:
Ateísmo implícito
Ateísmo infundado por el desconocimiento y la no exposición a ideas teístas.
Ateísmo explícito
Ateísmo que se manifiesta pese a conocer o haber estado expuesto a una o más ideas teístas. A su vez, se puede dividir en dos categorías:
- Ateísmo explícito débil: ateísmo explicito que no niega la posibilidad de que exista algún dios o elemento sobrenatural.
- Ateísmo explícito fuerte: ateísmo explicito que rechaza rotundamente hasta la más mínima posibilidad de que exista algún dios o elemento sobrenatural.
Historia del ateísmo
Primeros indicios del ateísmo: el atomismo
El ateísmo, lejos de ser una corriente de pensamiento moderna o contemporánea, posee sus raíces en la Edad Antigua.
Personajes de la antigua Grecia como Demócrito (460 a. C. – alrededor del 370 a. C.), a quien se le recuerda como el padre de la física, y Epicuro de Samos (341 a. C. – 271/270 a. C.), fundador de la escuela filosófica conocida como El Jardín, dejaban ver en sus escritos una clara postura ateísta.
Si bien la antigua Grecia es recordada por ser la cuna de grandes filósofos y científicos, la antigua Roma también dio vida a pensadores de renombre, como, por ejemplo, el poeta y filósofo romano Tito Lucrecio Caro.
Este, al igual que Demócrito y Epicuro, defendía las postulaciones la física atomista, lo cual expone con claridad en su célebre obra De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas).
En este sentido, tanto Demócrito como Epicuro y Lucrecio Caro eran atomistas, es decir, sostenían que el universo estaba compuesto por pequeñas partículas indivisibles denominadas átomos.
El atomismo, como teoría filosófica, se presentaba como un intento por describir de una manera científica y racional la naturaleza de las cosas, prescindiendo de todo tipo de elementos míticos y religiosos en el proceso.
Evolución del ateísmo: Edad Media, Moderna y Contemporánea
El 27 de febrero del año 380, el emperador romano Teodosio I el Grande decretaba al cristianismo religión oficial del Imperio romano mediante el Edicto de Tesalónica.
Tras la promulgación de dicho edicto, la Iglesia, aunque primitiva, adquirió un poder político y social mayor, con lo cual censuró y condenó la promulgación de ideas contrarias a la doctrina cristiana, dentro de las que se encuentra, por supuesto, el ateísmo.
Durante toda la Edad Media, las religiones terminaron por conquistar, tanto en términos políticos como en términos sociales, al mundo conocido.
No obstante, la civilización oriental prescindiría de las creencias religiosas occidentales y de Oriente Próximo, al optar por creencias filosóficas no teístas y más bien introspectivas.
Es el caso del budismo, una religión que, si bien manifiesta cierto nivel de creencia en elementos sobrenaturales, prescinde de la creencia en dioses y deidades como eje principal de su doctrina
A inicios de la Edad Moderna, la Revolución científica retomaría la perspectiva cientificista que filósofos como Demócrito, Epicuro y Lucrecio Caro habían abordado en la Edad Antigua.
Esta revolución, liderada por pensadores como Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Thomas Hobbes, Baruch Spinoza y Gottfried Wilhelm Leibniz, sacudió las bases del catolicismo europeo, impulsando el cientificismo como alternativa al misticismo religioso.
Entrada la Edad Contemporánea, el conocido filósofo alemán Karl Marx, a quien muchos identifican como el padre del comunismo, señaló a la religión como parte del sistema que explota, esclaviza y embrutece al hombre.
Como añadido, cabe destacar que la postura ateísta de Marx continuaría su desarrollo, incluso tras su muerte, hasta erigirse como una corriente filosófica propia: el ateísmo marxista-leninista.
Actualmente, la mayoría de personas que adscriben al pensamiento ateo se encuentran en Asía Oriental y Europa Occidental, y representan un 13% de la población mundial según una estimación realizada en 2011.
Referencias: