A comienzos del siglo IV, Galerio y Constantino I el Grande, ambos, augusto de Roma, habían conseguido suavizar las políticas religiosas instauradas por su antecesor Diocleciano, permitiendo a los cristianos salir de su clandestinidad y construir diversos templos en honor a su Dios.
Así fue como, en el año 313, con la proclamación del Edicto de Milán, los augustos Constantino I y Licinio otorgarían oficialmente plena libertad de culto a los cristianos. De esta manera, el antiguo paganismo romano, incluidas sus costumbres, dejó de ser la religión imperante del Imperio romano.
Por su parte, la Iglesia, ahora desprovista de toda persecución y condena, comenzó a aumentar paulatinamente su influencia en las esferas de poder de Roma, al punto tal de convertirse en la única religión oficial del Imperio romano con la proclamación del Edicto de Tesalónica el 27 de febrero del año 380.
¿Qué fue el Edicto de Tesalónica?
El Edicto de Tesalónica, también conocido como Cuntos Populos (A todos los pueblos), fue una carta de género epistolar y naturaleza jurídica promulgada el 27 de febrero del año 380 por los emperadores Graciano, Valentiniano II y Teodosio I, mediante la cual se declaró al cristianismo católico como la religión oficial del Imperio romano y sus dominios.
En este sentido, la promulgación del Edicto de Tesalónica representó el cénit de la revolución política, cultural y religiosa que los augustos Constantino I y Licinio inauguraron con la proclamación del Edicto de Milán en el año 313 (de manera consciente o inconsciente).
A diferencia de su edicto predecesor, el Edicto de Tesalónica no permitió la libre convivencia entre dos cultos radicalmente opuestos como el paganismo romano y el cristianismo, sino que condenó al primero en favor del segundo, lo que significó una ruptura cultural con los más de mil años de culto y tradiciones a los antiguos dioses de Roma.
Antecedentes del Edicto de Tesalónica
Constantino, Licinio y el Edicto de Milán
En el año 313, Constantino I el Grande y Licinio, emperadores del Imperio romano de Occidente y del Imperio romano de Oriente, respectivamente, decidieron poner fin a casi trescientos años de persecuciones y castigos en contra de los cristianos mediante la promulgación del Edicto de Milán.

A través de este edicto, los augustos de Roma otorgaron tolerancia religiosa y libertad de culto tanto a los cristianos como a los adeptos de otras religiones dentro de los dominios de Roma.
Lejos de ser una mera estrategia política temporal, el Edicto de Milán tenía como intención principal establecer un verdadero ambiente de reconciliación y sana convivencia entre el Estado romano y los cristianos, cuya persecución se había encrudecido recientemente tras las reformas del emperador Diocleciano.
Por tal motivo, los augustos Constantino I y Licinio consideraron menester, además de concederles la libertad religiosa, eliminar toda legislación previa relacionada a los cristianos, así como también la inmediata devolución y reparo de todas las pertenencias que le hubiesen sido confiscadas por el Estado o compradas forzosamente por particulares.
Características del Edicto de Tesalónica
Género literario
Al igual que su antecesor, el Edicto de Milán, el de Tesalónica fue redactado de manera epistolar.
Sin embargo, a diferencia del primero, el estilo de redacción de los augustos Graciano, Valentiniano II y Teodosio estuvo desprovisto del más mínimo rasgo de benevolencia y reconciliación.
Al contrario, este último gozó de una narrativa mucho más despótica, hostil e impositiva.
Naturaleza
El Edicto de Tesalónica poseía naturaleza jurídica, por lo que su cumplimiento, además de inmediato, debía ser obligatorio.
Alcance y poder
El alcance y poder jurisdiccional emanado por el Edicto de Tesalónica fue simplemente abrumador.
No solo eliminó toda disposición previa en materia religiosa respecto a los cristianos, sino que instituyó al cristianismo católico como la religión oficial del Imperio romano, a la par que condenó, con todo lo que ello conlleva, a toda religión o secta cristiana que difiriese de la fe que habían profesado los papas, desde el apóstol Pedro hasta el entonces pontífice Dámaso I.
Remitentes y signatarios
Graciano, Valentiniano II y Teodosio I el Grande, todos, augustos de Roma.
Consecuencias del Edicto de Tesalónica
Institucionalización de la Iglesia
El cristianismo católico, esto es, la fe que fue transmitida a los romanos por el apóstol Pedro, y que entonces era profesada por el pontífice Dámaso I al momento de la proclamación del Edicto de Tesalónica (380), pasó a ser reconocida como religión oficial del Imperio romano.
La institucionalización de la Iglesia, sin embargo, no fue democrática, benevolente, paciente o pacífica, sino más bien despótica y tiránica.

No solo se juzgó y condenó de manera coercitiva toda corriente cristiana que difiriese del canon doctrinal establecido por los primeros apóstoles, sino también a toda religión y costumbres fuera del cristianismo, y con especial ahínco a aquellas enmarcadas dentro del antiguo paganismo romano.
Establecimiento del canon doctrinal de la Iglesia
Tras la proclamación del Edicto de Tesalónica, solo se les permitió utilizar el título cristiano católico a aquellas personas que, de acuerdo con la enseñanza apostólica y la doctrina evangélica, aceptasen el dogma de la Santísima Trinidad o hipóstasis, el cual establece que Dios es uno y trino, es decir, un único Dios en tres personas, siendo cada una de estas enteramente Dios.
Persecución y condena
De la mano con los dos puntos anteriores, el paganismo, así como todo aquello que estuviese fuera de la ortodoxia de la Iglesia, pasó a ser considerado herético, por lo que la persecución y condena de sus practicantes no solo estaba permitido, sino que además era un deber. En palabras de los emperadores Graciano, Valentiniano II y Teodosio el Grande:
En cuanto a los otros, estos insensatos extravagantes, son heréticos y fulminados por la infamia, sus lugares de reunión no tienen el derecho a llevar el nombre de iglesias, serán sometidos a la venganza de Dios y después a la nuestra […].
Expansión del cristianismo
Como habría de esperarse, la institución del cristianismo católico como única religión oficial del Imperio romano trajo consigo un abrumador crecimiento en el número de sus fieles, tanto en Roma como en las provincias sujetas a su jurisdicción, y, años más tarde, en otros pueblos fuera del territorio romano.
Supremacía de la Iglesia romana
En línea con el punto anterior, el prelado de Roma estableció una supremacía inmutable respecto al resto de Iglesias apostólicas, convirtiéndose así en la capital de la cristiandad.
Jurisdicción eclesiástica
Tras la proclamación del Edicto de Tesalónica, los obispos adquirieron rangos civiles e imperiales. Esto último trajo consigo una inevitable injerencia jurisdiccional de la Iglesia en asuntos sociales y culturales, lo cual, a su vez, derivó, años más tarde, en el cesaropapismo y la teocracia característica del Medioevo.
- Federación de Enseñanza de CC.OO. de Andalucía. (Marzo, 2011). LOS EDICTOS DE MILÁN Y DE TESALÓNICA. Feandalucia. https://www.feandalucia.ccoo.es/docu/p5sd8330.pdf.
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Excelente material, digno de ser estudiado para desarrollo en la carrera teológica..
GRACIAS POR LA INFORMACIÓN, ES IMPORTANTE CONOCER ESTO, NOS DAMOS CUENTA DE LA IMPOSICIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA Y EL RESPALDO QUE TUBO DE LOS EMPERADORES. SIN EMBARGO ESA NO FUE LA MANERA QUE EL SEÑOR JESÚS Y SUS APÓSTOLES ENSEÑARON, EL ACEPTAR EL CRISTIANISMO ES ALGO VOLUNTARIO Y NO IMPUESTO Lucas 9:23 , Apocalipsis 3:20, Hechos 8:12