Se considera la guerra de los Treinta Años como la primera guerra mundial moderna y la última llevada a cabo en Europa por motivos religiosos. Confrontó a católicos y protestantes, participando en ella las principales potencias del Viejo Continente. Francia y Suecia salieron reforzados de esta contienda, todo lo contrario de lo que le sucedió a España.
Definición de la guerra de los Treinta Años
La guerra de los Treinta Años fue un conflicto bélico que enfrentó, por cuestiones políticas y religiosas, a los partidarios de la Reforma protestante y a los de la Contrarreforma. Aconteció en la primera mitad del siglo XVII y marcó el devenir de Europa.
Cuánto duró la guerra de los Treinta Años
Duró exactamente 30 años, puesto que comenzó el 23 de mayo de 1618, con la tercera defenestración de Praga, y terminó el 24 de octubre de 1648, tras la firma de la Paz de Westfalia. Acontece dentro de la Edad Moderna.
Ubicación geográfica de la guerra de los Treinta Años
Se llevó a cabo en Europa Central, sobre todo en el Sacro Imperio Romano Germánico (actual Alemania).
Origen de la guerra de los Treinta Años
Si nos fijamos en el contexto histórico de la guerra de los Treinta Años, habría que señalar que, en el siglo XVII, el protestantismo de Martín Lutero ya estaba completamente establecido en varios países y convivía con el catolicismo en distintos lugares de Europa.
La Paz de Augsburgo de 1555 puso fin a las disputas iniciadas con la Reforma protestante, pues los príncipes alemanes pudieron elegir qué religión practicar: el catolicismo o el luteranismo. Es por ello que, aunque el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico era católico, diversos príncipes de sus Estados se habían decantado por las creencias luteranas.
Causas de la guerra de los Treinta Años
Causas políticas de la guerra de los Treinta Años
Tanto España como Francia querían hacerse con el control de los principados alemanes. Los españoles pretendían proteger los territorios que ya poseían en la zona, mientras que los franceses buscaban recuperar la hegemonía que habían alcanzado durante la Edad Media.
Causas económicas de la guerra de los Treinta Años
Suecia y Dinamarca mostraban interés económico en los Estados alemanes del norte.
Causas religiosas de la guerra de los Treinta Años
La Paz de Augsburgo no consiguió aminorar los recelos que existían entre las distintas religiones. Un buen ejemplo de ello fueron las tensiones que se vivieron en la ciudad alemana de Donauwörth en el año 1606. Así, la mayoría de la población era luterana, e impidió de forma violenta que los católicos pudieran realizar una procesión.
Además, en 1608 se creó la Unión Protestante, una coalición de Estados protestantes alemanes, lo que a su vez propició que un año después también se fundara su réplica: la Liga Católica.
En 1617, el futuro Fernando II de Habsburgo fue coronado rey de Bohemia tras ser elegido por la Dieta (asamblea) de dicha región. Esta elección no fue bien vista por la mayoría protestante, de ahí que, cuando en 1618 se enviaron a dos consejeros reales a Bohemia, la aristocracia, temerosa de que les restaran poder y de que les obligaran a profesar la religión católica, reaccionó de manera violenta.
Así, la nobleza acudió al castillo de Praga y lanzó a los dos gobernadores desde una ventana, cayendo éstos en una pila de estiércol de caballo (lo que sirvió para que salvaran sus vidas). Es lo que se conoce como la tercera defenestración de Praga.
Tras este hecho, Fernando II de Habsburgo se convirtió en el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y, dado que era un católico convencido, generó un rechazo aún mayor en Bohemia (que principalmente era calvinista).
Combatientes de la guerra de los Treinta Años
¿Quiénes se enfrentaron en la guerra de los Treinta Años? Los países que participaron fueron los siguientes:
Aliados catolicos en la guerra de los Treinta Años
- Sacro Imperio Romano Germánico: incluía Austria y la Liga Católica, precisamente formada por una coalición de Estados alemanes católicos.
- España: que participó de manera especial desde sus posesiones en los Países Bajos e Italia.
Hay que señalar que Polonia apoyó al bando católico.
Contendientes protestantes de la guerra de los Treinta Años
- Estados y principados alemanes: aquí habría que incluir a Bohemia (hasta el año 1620), Sajonia (1630–1635), Palatinado (hasta 1632) y Prusia (1631–1635).
- Provincias Unidas de los Países Bajos.
- Francia: a pesar de que eran católicos, se pusieron de lado de los protestantes debido a su enemistad con los Habsburgo. Participó en la contienda de forma directa desde el año 1635.
- Suecia: entró en la guerra a partir del año 1630.
- Dinamarca: de 1625 a 1629.
- Transilvania: hasta el año 1621.
- Inglaterra: se involucró entre los años 1625 y 1630.
- Escocia: su participación se fecha entre los años 1625 y 1638.
Además, estos bandos contaron con el apoyo del zarato ruso y del Imperio otomano.
Etapas de la guerra de los Treinta Años
A continuación no sólo repasamos las distintas fases de esta importante contienda bélica, sino que también hacemos referencia a las batallas de la guerra de los Treinta Años:
Revuelta de Bohemia (1618-1625)
Tras el ataque de los bohemios a los consejeros reales, otras regiones adyacentes también se sumaron a la rebelión. El conde de Thurn, por ejemplo, sitió con su ejército la ciudad de Viena (actual capital de Austria), mientras que Gabriel Bethlen, príncipe protestante de Transilvania, llevó sus tropas al interior de Hungría con la intención de liberar a esta región de los Habsburgo (para ello contó con la ayuda del Imperio otomano).
La batalla de Sablat (10 de junio de 1619) fue la primera refriega de consideración de la guerra de los Treinta Años, suponiendo una derrota para los bohemios. Debido a ello, se paralizó el sitio a Viena y los protestantes perdieron la región de Saboya como aliada.
Sin embargo, la rebelión prosiguió y, de hecho, el 22 de agosto de 1619 se depuso de forma oficial a Fernando II de Habsburgo como rey de Bohemia, siendo sustituido por Federico V del Palatinado. Además, los transilvanos lograron en 1620 que el ejército del Sacro Imperio Romano Germánico se viera obligado a retirarse de Hungría.
Debido a ello, Fernando II de Habsburgo solicitó la ayuda de su sobrino y también yerno Felipe III de España. Las tropas españolas llegaron en su auxilio desde Bruselas y, tras unirse con las del emperador, combatieron juntas en la batalla de la Montaña Blanca (8 de noviembre de 1620).
Esto supuso la derrota de Bohemia, que se mantuvo bajo dominio Habsburgo durante cerca de tres siglos (hasta poco antes de que concluyera la Primera Guerra Mundial en 1918). Los españoles tomaron el Palatinado Renano y Federico V del Palatinado se marchó al exilio, ganándose las simpatías de Dinamarca, Suecia y las Provincias Unidas de los Países Bajos.
Transilvania firmó un tratado de paz con el Sacro Imperio en el año 1621 y, pacificado el este de Alemania, la guerra sólo siguió en el oeste, en el Palatinado. En general, hablamos de operaciones de asedio de distintas ciudades, intentando al final el ejército protestante huir a Holanda para terminar disolviéndose en 1624.
Participación danesa (1625-1629)
El rey Cristián IV de Dinamarca inició entonces una incursión en el Sacro Imperio no sólo con el propósito de defender los intereses protestantes en la zona, sino también para hacer valer sus derechos dinásticos en la zona conocida como el Círculo de Baja Sajonia.
La prosperidad de Dinamarca permitió organizar un sólido ejército. A ello habría que añadir el hecho de que el cardenal Richelieu financió esta intervención desde Francia para de este modo desgastar a los Habsburgo de Viena sin necesidad de iniciar un enfrentamiento directo (evitando con ello un posible ataque de España).
Sin embargo, el emperador Fernando II de Habsburgo disponía no sólo de las tropas de la Liga Católica, sino también de la milicia del noble bohemio Albrecht von Wallenstein. Los daneses, que fueron perdiendo aliados por el camino (caso de Francia e Inglaterra, sumidos en sus propios conflictos), fueron derrotados en la batalla de Dessau (25 de abril de 1626) y en la batalla de Lutter (27 de agosto de 1626).
Las fuerzas imperiales marcharon entonces hacia el norte, camino de la península de Jutlandia y, por tanto, con la mirada puesta en Dinamarca. Sin embargo, el coste de las operaciones militares era elevado, por lo que al final se llegó a un acuerdo entre las partes en el tratado de Lübeck (1629). De este modo, Dinamarca renunciaba a dar apoyo a los alemanes protestantes pero mantenía el control sobre su propio territorio.
Participación sueca (1630-1635)
Al poco tiempo, Gustavo II Adolfo de Suecia se adentró en el Sacro Imperio Romano Germánico para defender a los protestantes. Esa fue su justificación, aunque con ello también quiso adelantarse a una posible agresión de los católicos y, de paso, conseguir cierta influencia política y económica en los Estados alemanes de la zona del mar Báltico (en detrimento de, por ejemplo, Dinamarca o Polonia).
Nuevamente, el cardenal Richelieu (Francia) prestó ayuda económica a esta iniciativa, algo que también hicieron las Provincias Unidas de los Países Bajos.
Los suecos comenzaron entonces a ganar terreno y se impusieron a los católicos entre los años 1630 y 1634. Eso sí, a un elevado precio, puesto que, a pesar de vencer en la batalla de Breitenfield (17 de septiembre de 1631) y en la batalla de Lützen (16 de noviembre de 1632), en esta última perdería la vida Gustavo II Adolfo de Suecia.
Las tornas cambiaron en la batalla de Nördlingen (septiembre de 1634), que supuso una victoria para las tropas católicas alemanas (ayudadas por las españolas de Felipe IV, que acudieron desde Milán).
Tras esta refriega, se abrió un período de negociaciones que culminó con la Paz de Praga (30 de mayo de 1635). En este acuerdo se hicieron concesiones a los protestantes, pues se legalizó el calvinismo. No obstante, se prohibió que los príncipes alemanes se aliaran entre sí, quienes a su vez se comprometieron a expulsar a los suecos del Sacro Imperio.
Participación francesa (1636-1648)
A Francia seguía sin gustarle el inmenso poder de los Habsburgo, motivo por el cual decidió entrar de forma directa en la guerra al asociarse con suecos y holandeses.
Fue entonces cuando se inició la guerra franco-española (1635–1659), donde en un primer momento España invadió Francia y arrasó las provincias francesas de Champaña y Borgoña, llegando incluso a las puertas de París (todo ello aconteció en la campaña de Francia de 1636).
Las batallas más importantes de esta fase fueron las siguientes:
- 1638: batalla de Rheinfelden, con una el 28 de febrero y en donde las fuerzas imperiales bávaras derrotaron a las tropas mercenarias protestantes del bando francés. Sin embargo, el 2 de marzo se produjo otra refriega en la que sucedió todo lo contrario.
- 1642: batalla de Honnecourt, con victoria española. Pocos meses después morirían el cardenal Richelieu y Luis XIII de Francia. Por su parte, España tuvo que lidiar en la misma década con las sublevaciones de Portugal y de Cataluña.
- 1643: batalla de Rocroi, con victoria francesa en Flandes, y batalla de Tuttlingen, donde, por contra, fueron derrotados.
- 1645: batalla de Jankov, con victoria sueca, batalla de Mergentheim, con victoria del Sacro Imperio, y segunda batalla de Nördlingen, con victoria francesa.
- 1648: batalla de Zusmarshausen y batalla de Lens, con victorias francesa y sueca.
Paz de Westfalia
El 24 de octubre de 1648 se firmaron los tratados de Osnabrück y de Münster, conociéndose este suceso como la Paz de Westfalia. Ésta puso fin tanto a la guerra de los Treinta Años como a la guerra de los Ochenta Años, que enfrentaba a España y los Países Bajos.
¿Quién ganó la guerra de los Treinta Años?
Tras la Paz de Westfalia, Francia y Suecia fueron los reinos que más se beneficiaron de estos acuerdos.
Consecuencias de la guerra de los Treinta Años
Consecuencias sociales de la guerra de los Treinta Años
El conflicto provocó la muerte de ocho millones de personas, no sólo de forma directa, sino también indirecta. Así, se incrementaron las enfermedades y hubo una mayor hambruna. Esto afectó de manera especial a Italia y a los Estados alemanes, donde falleció una cuarta parte de su población.
Consecuencias políticas de la guerra de los Treinta Años
- Los Habsburgo se quedaron bastante debilitados, tanto en España como en Austria.
- Francia pasó a convertirse en el país más fuerte de toda Europa. Los territorios ganados por Francia en la guerra de los Treinta Años fueron los siguientes: Metz, Verdún, Alsacia y Breisach, aparte del control militar de la ciudad de Philippsburg.
- Suecia consiguió la Pomerania occidental, aparte de los arzobispados de Bremen, Verden y Stettin. Además, se hizo con una posición hegemónica en el mar Báltico.
- España perdió Portugal y las Provincias Unidas (Holanda), que consiguieron así su independencia.
- Ello a su vez propició una pérdida de la hegemonía española en Europa y el ocaso del imperio español.
- Pero lo más importante de todo es que se estableció que ningún país podía entrometerse en la política de otro país por cuestiones religiosas.
Consecuencias económicas de la guerra de los Treinta Años
Buena parte de los países involucrados en la guerra terminaron en bancarrota debido a los gastos originados por la contienda.
Consecuencias religiosas de la guerra de los Treinta Años
Se acordó respetar las creencias religiosas de cada uno de los bandos, es decir, de católicos y protestantes.
Consecuencias culturales de la guerra de los Treinta Años
Puso fin al optimismo del Renacimiento y dio paso al Barroco, más oscuro y pesimista.
Referencias:
- El siglo XVII en Europa – Unidad 10 – 2º ESO. Lecciones de Historia. Rosa Liarte.
- Guerra de los Treinta Años. Wikipedia.
- La guerra de los Treinta Años. Historia Universal. XXI capítulos fundamentales. David García Hernán.
- Europa en el periodo de la guerra de los Treinta Años. Atlas ilustrado de la historia del mundo en mapas. John Haywood, Brian Catchpole, Simon Hall, Edward Barrat.
- Guerra de los 30 años y orden Westfalia. StuDocu.
- La guerra de los 30 años. TeleTeacher Danidocente.