El 13 de diciembre de 1545, casi nueve años después de las primeras tentativas en Mantua (1537) y Vicenza (1538), el papa Paulo III conseguiría convocar con éxito al XIX concilio ecuménico de la Iglesia católica en la ciudad imperial libre de Trento, marcando, con ello, el inicio de la Contrarreforma y la división doctrinal irreconciliable entre católicos y protestantes.
¿Qué fue el Concilio de Trento?
Se conoce como Concilio de Trento al XIX concilio ecuménico de la Iglesia católica, el cual tuvo lugar entre los años 1545 y 1563 en la ciudad imperial de Trento, actual Italia.
Este concilio general surgió como una respuesta doctrinal por parte del catolicismo a la Reforma protestante iniciada por el presbítero Martín Lutero el 31 de octubre de 1517, y concluyó con la separación definitiva entre católicos y protestantes, y el restablecimiento de las bases doctrinales de la Iglesia católica.
Fecha del Concilio de Trento
¿Cuándo y dónde comenzó el Concilio de Trento?
El 13 de diciembre de 1545 (Ciudad Imperial Libre de Trento, actual República Italiana).
¿Cuándo y dónde concluyó el Concilio de Trento?
El 4 de diciembre de 1563 (Ciudad Imperial Libre de Trento, actual República Italiana).
Antecedentes y contexto histórico del Concilio de Trento
El 31 de octubre de 1517, la acción revolucionaria del fraile alemán Martin Lutero, expresada mediante las noventa y cinco tesis sobre el Cuestionamiento al poder y eficacia de las Indulgencias, marcaría un punto de inflexión en la historia del catolicismo.
A pesar del incuestionable efecto revolucionario de las mismas en términos religiosos, no todos los seguidores de la doctrina cristiana católica-romana abandonarían sus creencias y tradiciones en pro del incipiente protestantismo.
Como habría de esperarse, la feligresía católica y un sector importante del clero intentaría poner fin a la creciente Reforma protestante.
No obstante, esta primera respuesta doctrinal no contaría con el apoyo del sumo pontífice de la época, León X, pues este último representaba, en parte, aquello que el mismísimo Lutero criticaba en sus noventas y cinco tesis.
Durante casi veinte años, la Reforma protestante calaría hondo en la sociedad cristiana de Europa sin ninguna respuesta equivalente por parte de la Iglesia católica.
No sería hasta la llegada del papa Paulo III, el 13 de octubre de 1534, que se nombraría una comisión oficial para realizar un análisis exhaustivo del estado de la Iglesia como respuesta a la Reforma protestante. En términos generales, el resultado fue el siguiente:
Papas y cardenales se han vuelto demasiado mundanos; el soborno para obtener un cargo en la iglesia es generalizado; los monasterios han perdido su disciplina; y se abusa ampliamente de la venta de indulgencias.
Poco tiempo después, los resultados de la comisión establecida por Paulo III serían de conocimiento popular gracias a la astucia de un sector del protestantismo.
Ante tal situación, el papa Paulo III convocaría un concilio general de la Iglesia en 1537 en la ciudad italiana de Mantua. Sin embargo, debido a disputas políticas, esta primera convocatoria, e incluso la siguiente (Vicenza, 1538), fracasaría.
Finalmente, tras casi nueve años de intentos fallidos, el 13 de diciembre 1545, el papa Paulo III conseguiría convocar con éxito un concilio general de la Iglesia católica, esta vez en la ciudad imperial libre de Trento. A partir de entonces, la Contrarreforma católica daría inicio.
Historia del Concilio de Trento
El 13 de diciembre de 1545, el clero de la Iglesia católica acudiría a la ciudad imperial libre de Trento para dar inicio al XIX congreso ecuménico de dicha organización eclesial, mismo en el que se intentaría dar una respuesta oficial, definitiva y contundente a la creciente Reforma protestante.
Dada su notoria relevancia social, política y religiosa, el Concilio de Trento no pudo realizarse en una única sesión, sino en un total de 25 asambleas.
Estas se desarrollarían a lo largo de casi 18 años (1545–1563) y contarían con la participación de los papas Paulo III, Julio III, Marcelo II, Paulo IV y Pío IV, siendo este último el encargado de concluir dicho concilio.
Primera fase: sobre la simonía, las inmoralidades y la correcta interpretación de las Sagradas escrituras
Entre los años 1545 y 1549, el Concilio de Trento se encargó de responder categóricamente a los planteamientos realizados por Martín Lutero y los nuevos líderes de la Reforma protestante.
Como habría de esperarse, dicha respuesta no solo llevaría al establecimiento y reafirmación del canon doctrinal de la Iglesia católica (sacramentos, Sagradas Escrituras, dogmas, tradición, etc.), sino también a una profunda reforma moral en la que se condenarían la simonía, corrupción, lujuria e indisciplina de un sector importante de su clero.
Segunda fase: sobre la sagrada eucaristía, la penitencia y la extremaunción
En el año 1549, el Concilio de Trento se vería interrumpido por la acción política de Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico, lo cual no es de extrañar dada la estrecha relación entre los reinos e imperios europeos con las cuestiones religiosas, sociales y políticas de la época.
Durante este periodo, Carlos V intentó dirigir el desarrollo de la Contrarreforma mediante el envío de embajadores imperiales y el amedrentamiento de los legados pontificios, desarrollando, en el proceso, una especial enemistad con el cardenal Giovanni Maria Ciocchi del Monte, mismo que se convertiría en el sucesor del papa Paulo III tras su muerte el 10 de noviembre de 1549.
Contrario al pensamiento de Carlos V, el cardenal Del Monte, ahora Julio III, no tomó venganza alguna en su contra, al contrario, acudió a él como un aliado, solicitándole su ayuda para la reanudación del concilio.
Ante tan inesperada situación, el emperador Carlos V decidió ayudar a su antiguo rival, reanudándose el Concilio de Trento una vez más en 1551.
En el marco de este nuevo periodo de asambleas en Trento, la Iglesia católica promulgaría decretos importantes sobre los sacramentos de la eucaristía, penitencia y extremaunción, al mismo tiempo que impulsó reformas imperativas en su clero.
Sin embargo, tras la rebelión del príncipe elector de Sajonia (Mauricio de Sajonia) y la amenaza de guerra en Trento, el concilio sería suspendido nuevamente.
Tercera fase: sobre la herejía, la simonía y el tribunal de la Inquisición
Cuatro años después de la rebelión de Mauricio de Sajonia, el 23 de mayo de 1555, el cardenal Gian Pietro Carafa de la Orden de los Clérigos Regulares asumiría como el nuevo sumo pontífice de la Iglesia católica bajo el nombre de Paulo IV.
A diferencia de sus predecesores (Julio III y Marcelo II), Paulo IV era extremadamente severo y austero, siendo especialmente recordado por su tolerancia nula hacia los enemigos de la Iglesia y las inmoralidades del clero (herejía y simonía) renacentista. De hecho, sería este último el encargado de poner en marcha el tribunal de la Inquisición romana.
Durante cuatro años (1555–1559), Paulo IV centró todos sus esfuerzos en combatir la herejía, la simonía y combatir cualquier acto de indisciplina e inmoralidad dentro del clero de la Iglesia católica.
Si bien el sucesor de Paulo IV no gozó de su temple y carácter, sería este, Pío IV, el encargado de concluir el Concilio de Trento el 4 de diciembre de 1563.
Características del Concilio de Trento
A continuación, se presentan, a modo de resumen, las características principales del Concilio de Trento:
- El credo Niceno-constantinopolitano, establecido durante el Concilio de Nicea I (325) y ampliado durante el Concilio de Constantinopla (381), es reafirmado a nivel doctrinal.
- La Tradición Apostólica es reafirmada como fuente de revelación.
- La Vulgata, traducción de la Biblia al latín realizada por san Jerónimo de Estridón a finales del siglo IV, es establecida como traducción oficial de la Biblia.
- Se establece que, de acuerdo a las Sagradas Escrituras y la Tradición Apostólica, los sacramentos son siete (7) y que, además, estos son necesarios para la salvación. Asimismo, se impulsan distintos decretos sobre cada uno de los sacramentos.
- La transustanciación, entendida como el milagro mediante el cual el pan y el vino se transforman en la carne y sangre verdadera de Cristo, pasa a formar parte del canon doctrinal de la Iglesia.
- El clero recibe una profunda reforma moral en la que, además, se establece el celibato como el estilo de vida ideal del clero (el concubinato en eclesiásticos sería condenado).
- El purgatorio, las reliquias y la veneración de los santos reciben calidad doctrinal.
- Se establecen requisitos académicos y morales para los distintos cargos eclesiásticos de la Iglesia.
Consecuencias del Concilio de Trento
Las siguientes son algunas de las consecuencias derivadas del Concilio de Trento:
- Las diferencias doctrinales entre el catolicismo y el protestantismo alcanzan su punto álgido, estableciéndose, de esta manera, un punto de ruptura definitivo entre ambas doctrinas y sus respectivas feligresías. Dicha polarización sentaría las bases del estallido de las sucesivas guerras religiosas del siglo XVI y XVII.
- La práctica indiscriminada de la simonía por parte de un sector importante del clero de la Iglesia católica llega a su fin. De igual manera, los concubinatos eclesiásticos son condenados. Si bien no desaparecen del todo, reciben un repudio categórico y una condena oficial por parte de la nueva doctrina de la Iglesia.
- Los ritos eucarísticos locales son abolidos en pro del establecimiento del rito romano (misa tridentina) como el rito principal de la Iglesia latina.
- En contra del ideario protestante, el Concilio de Trento estableció que, en conjunto con las Sagradas Escrituras, la Tradición Apostólica debe ser considerada como una fuente de revelación.
- Impulsó la formación académica obligatoria de los miembros del clero, así como también el comportamiento ejemplar de los mismos.
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