Imperio otomano

El Imperio otomano fue el responsable directo de la caída del Imperio bizantino. Llegó a estar presente en tres continentes y perduró durante unos siete siglos. El sultanato fue su principal forma de gobierno, de igual forma que el islam era su religión.

Cuándo comenzó el Imperio otomano

Sus inicios se sitúan en el año 1299, momento en el que Osmán I declaró su independencia de los selyúcidas de Rum (creando así lo que se conoce como la dinastía osmanlí).

Cuándo terminó el Imperio otomano

Concluyó en el año 1923, fecha en la que se fundó la república de Turquía. Comprende, pues, la Edad Media, la Edad Moderna y la Edad Contemporánea.

Ubicación geográfica del Imperio otomano

El Imperio otomano logró su mayor esplendor durante los siglos XVI y XVII. Durante esta época poseía territorios en el Medio Oriente, la zona sureste de Europa y el nordeste de África.

Contaba con 29 provincias, además de varios países o Estados vasallos, caso de Crimea, Moldavía, Transilvania y Valaquia. Al oeste limitaba con Marruecos, al este con el mar Caspio y al sur con Arabia, Somalia, Eritrea y Sudán.

Origen del Imperio otomano

Durante el siglo XIII, los pueblos túrquicos aparecieron en el Turquestán, una región de Asia Central situada entre el mar Caspio en su parte occidental y el desierto del Gobi en la oriental.

De entre dichos pueblos, que estaban emparentados con los mongoles, destacaron los turcos, que comenzaron a comerciar con los musulmanes que se habían establecido en la península arábiga. Precisamente debido a ello, adoptaron el islam como su religión.

Poco a poco, los turcos oguz se fueron estableciendo en Oriente Medio, creándose entonces varios Estados islámicos e incluso el Imperio selyúcida.

Tras las guerras libradas contra el Imperio bizantino, los turcos osmanlíes fueron escalando posiciones dentro del ejército del imperio, que se fragmentó en varios sultanatos a causa de las múltiples invasiones que llevaban a cabo los mongoles.

Debido a esto, los turcos osmanlíes formaron el sultanato de Rum tras la batalla de Manzikert (año 1071), donde vencieron a las tropas bizantinas.

Más de un siglo después, una tribu huyó de los mongoles desde Asia central y se estableció en Anatolia, formando el pueblo de Söğüt. Tenían el beneplácito de los selyúcidas de Rum, siendo Osmán I su gobernante (y de quien precisamente provienen las denominaciones otomanos y dinastía osmanlí).

En el año 1299, la ciudad dejó de ser vasalla de los turcos selyúcidas por decisión propia y alcanzó cierta autonomía. Comenzaba lo que se conocería como el Imperio otomano.

Etapas del Imperio otomano

Expansión del Imperio otomano (1299-1453)

Durante esta época, Orhan I, Murad I y Beyazid I prosiguieron con la expansión del Imperio otomano hacia Europa. Bajo sus mandatos, el Imperio bizantino fue perdiendo más territorio, mientras que Serbia y Bulgaria sucumbieron a su pujanza.

Las diversas victorias que el Imperio otomano alcanzó en los Balcanes generaron la inquietud de los reinos cristianos europeos, en especial del reino de Hungría. De hecho, se sitió Contantinopla (1422), aunque luego los mongoles rompieron este cerco y pusieron en breves apuros a los otomanos.

Tras esto, finalmente se produjo la caída de Constantinopla en el año 1453 y, con ello, la desaparición del Imperio bizantino y, por tanto, de los últimos vestigios de la antigua Roma.

Auge del Imperio otomano (1453-1640)

Esta es la época de máximo esplendor del Imperio otomano, destacando de manera especial el reinado de Solimán el Magnífico. Durante su mandato se produjo el sitio de Viena (1529), que estuvo a punto de provocar la caída del Sacro Imperio Romano Germánico.

No obstante, en esta época también aconteció la primera gran derrota del Imperio otomano en la batalla de Lepanto (1571).

Declive del Imperio otomano (1640-1828)

Con la llegada al poder del sultán Ibrahim I, a quien se conoce como Ibrahim el Loco, se inicia el declive del Imperio otomano. La corrupción se generalizó y su crueldad fue tal que incluso ejecutó a un buen número de visires. Se le considera como el peor monarca de todo el Imperio otomano.

Durante buena parte del siglo XVII se produjo la que se conoce como la Gran Guerra Turca (16451699), una sucesión de conflictos bélicos en los que se enfrentaron el Imperio otomano y el Sacro Imperio Romano Germánico.

Dentro de esta contienda se sitúa la batalla de Kahlenberg (1683), que aconteció tras el conocido como segundo sitio de Viena. Así, las fuerzas otomanas fueron derrotadas tras este asedio, iniciándose entonces el retroceso del imperio en el continente europeo.

Finalmente, en 1699 se firmó la Paz de Karlowitz entre los países católicos de la Liga Santa y el Imperio otomano, certificándose la retirada de los turcos del reino de Hungría.

A partir de aquí, el imperio dejó de expandirse y, por el contrario, comenzó a perder más territorios debido a su fracaso en las guerras con otras naciones o al hecho de que algunas de las regiones de la zona obtuvieron cierta autonomía.

A todo ello habría que sumar períodos de inestabilidad política, pues los sultanes gobernaban durante un menor número de años e incluso algunos llegaron a ser derrocados por los propios jenízaros (de los que hablaremos más adelante).

Además, el Imperio otomano no supo adaptarse a la Revolución Industrial, mientras que la Revolución francesa provocó el despertar de los nacionalismos en las distintas etnias que lo poblaban.

Caída del Imperio otomano (1828-1923)

El independentismo continuó creciendo en esta etapa, lo que conllevó la pérdida de más regiones. Además, otras guerras tuvieron el mismo efecto, tal y como las que enfrentaron a otomanos y rusos.

En 1909, el sultán Abdul Hamid II fue depuesto por el partido nacionalista de los Jóvenes Turcos. Tras la Primera Guerra Mundial y la ocupación de Constantinopla, se produjo la partición del Imperio otomano y su desaparición como tal.

Estos acuerdos no gustaron a los movimientos nacionalistas, de ahí que estallara la guerra de independencia turca (19191923), lo que provocó que los aliados de la Gran Guerra tuvieran que enfrentarse al Movimiento Nacional Turco (liderado por Mustafa Kemal Atatürk). Este hecho condujo a la abolición del sultanato y a la creación de la República de Turquía.

Causas del crecimiento del Imperio otomano

Inestabilidad política de los Balcanes

A finales de la Edad Media, el Imperio otomano aprovechó la debilidad de esta zona para así expandirse.

Poderío militar

Los jenízaros contribuyeron al rápido avance del Imperio otomano. Estas tropas de infantería se crearon durante el reinado de Murad I (siglo XIV) y estaban en gran parte compuestas por jóvenes prisioneros de guerra a los que se capturaba en las aldeas cristianas.

A continuación, se les imponía el islam como religión y se les obligaba a luchar por el imperio. Ahora bien, también se les ofrecía la posibilidad de medrar dentro del ejército o la política. Llegaron a ser unos 12.000 durante el siglo XVI.

Características del Imperio otomano

Organización política del Imperio otomano

Durante el reinado de Mehmed II (mediados del siglo XV), se estableció el principio de indivisibilidad del poder y, por tanto, todos los integrantes de la clase dirigente debían someterse a la voluntad del sultán.

Tal es así que se creó una ley mediante la cual se ejecutaba a todos los hermanos inmediatos del sultán para evitar cualquier disputa dinástica que pudiera llevar a la inestabilidad política (el padre elegía a aquel de sus hijos al que consideraba más capaz para sucederle). Esta práctica se llevó a cabo hasta el siglo XVII.

Curiosamente, esto también provocó una relajación por parte de los sultanes, que parecían más interesados en los placeres de su harén que en tomar las riendas de su administración. Semejante hecho hizo que al final el gran visir o primer ministro llevara a cabo estas tareas y que su poder se incrementara.

El gran visir y otros ministros formaban parte del consejo o diván, que se encargaba de asesorar al sultán. En él se integraban los gobernadores de las provincias de mayor importancia, el juez del ejército, el jefe de la cancillería imperial, el jefe de los jenízaros y el comandante en jefe de la marina imperial.

Otra figura política de gran importancia en el imperio fue la del bey, que eran los gobernadores de una región, provincia, distrito o ciudad. Para el pueblo resultaba alguien más cercano que los funcionarios que llegaban desde la capital y que sólo estaban preocupados por recaudar tributos.

Organización administrativa del Imperio otomano

Debido a que el imperio estaba integrado por numerosas culturas y etnias, se buscó durante mucho tiempo la unidad del Estado pero respetando las características de los nuevos territorios. Para ello se tomaron decisiones pragmáticas, como la de reconocer el derecho en vigor de las regiones conquistadas (al menos si permitían el buen funcionamiento del Estado).

El imperio estaba dividido en más de 90 circunscripciones, denominadas sanjacados o sanjaks. Dos tercios de ellas se situaban en Asia, mientras que el tercio restante estaba en Europa.

El sanjaco o sanjak bey se hacía cargo de cada una de estas provincias, siendo su jefe militar y el que controlaba la administración económica y la actividad urbana. Además, se ocupaba de la administración de justicia y disponía de un pequeño diván que le aconsejaba.

El recaudador de impuestos era el amil, siendo a su vez controlado por un inspector de finanzas. Además, existía la figura del muhtesib, que velaba que todo el mundo cumpliera las normativas relacionadas con los impuestos (el censo, por cierto, era un instrumento muy útil a la hora de poder recaudarlos).

En cuanto a la administración de justicia, se podía dividir en dos clases:

  • Coránica: seguía los preceptos establecidos en el Corán.
  • Civil: abordaba todo aquello que no trataba el Corán, siempre y cuando no entrara en contradicción con dicho texto sagrado.

Por supuesto, todas estas instituciones también disponían de funcionarios o agentes que velaban que se cumplieran las leyes y que aseguraban que el Estado tuviera presencia en todos y cada uno de los territorios que lo conformaban.

Organización social del Imperio otomano

Se estima que, a principios del siglo XVI, la población del imperio alcanzaba los 8 millones de personas. Aunque la ley fundamental y los gobernantes eran islámicos, se permitió a las poblaciones cristianas y judías que conservaran su religión.

Los campesinos eran la población mayoritaria, aunque, según la ley del Corán, el sultán poseía la tierra y el subsuelo de la misma. Es por eso que éste la cedía en usufructo al campesinado, si bien en ocasiones también concedía su propiedad (aunque con la opción de que luego se revirtiera esa decisión).

Para poder cultivar, los campesinos tenían que pagar a los funcionarios del Estado un determinado derecho y el diezmo. No sólo esto, también existían impuestos sobre el ganado, la pesca, los molinos o incluso el matrimonio.

En el campo también había una clase social conocida como los timariotes. Éstos recibían tierras, pero tenían la obligación de servir en el ejército y de trabajar su feudo o timar.

Otro importante grupo social era el de los mineros, siendo su labor muy importante para abastecer al imperio de oro, plata, cobre y plomo.

Características económicas del Imperio otomano

Gracias a su privilegiada ubicación geográfica, el Imperio otomano se convirtió en el intermediario perfecto entre Europa y Asia (obtenía elevados ingresos gracias a la ruta de la seda y de las especias).

Por tanto, el comercio era otro de los ejes principales de una economía que se basaba en la agricultura y la ganadería y que gozó de gran prosperidad, al menos hasta mediados del siglo XVI.

Así, los otomanos producían los alimentos y las materias primas que necesitaban para autoabastecerse, mientras que el resto lo exportaban y les permitía disponer de unas arcas con superávit.

Los principales productos de la tierra eran los cereales, el olivo, la vid, las frutas, las legumbres y las plantas textiles. El ganado permitía que se alimentara la población musulmana, mientras que los cristianos consumían carne de cerdo.

En las ciudades existían pequeñas manufacturas, caso de forjas, zapaterías, fábricas de velas, artesanías de armas o jabonerías. También existían tiendas, albergues e incluso cabarés.

Sin embargo, el imperio no supo adaptarse a los nuevos tiempos y la calidad de los productos occidentales empezó a superar a la de los autóctonos (en algunos casos, ni siquiera se elaboraban dentro de las fronteras otomanas y, por tanto, resultaba imprescindible la adquisición de artículos extranjeros).

Por otro lado, el Imperio otomano no vivió la revolución que permitió pasar del feudalismo al capitalismo en buena parte de Europa, de ahí que los bazares tradicionales se quedaran pequeños en comparación con el surgimiento de las nuevas compañías comerciales.

Características culturales del Imperio otomano

La arquitectura otomana está muy presente en las grandes ciudades, caso de Bagdad, El Cairo, Sarajevo o Argel. Cabe destacar la Gran Mezquita de Saná (Yemen), que llegó a ser el edificio más grande de su tiempo, o la de Damasco.

No obstante, Estambul es la ciudad que ejemplifica la arquitectura del Imperio otomano. En la primera mitad del siglo XVI tenía 700.000 habitantes y estaba rodeada por una muralla de siete kilómetros. Merece la pena mencionar la mezquita de Solimán o el palacio de Topkapi.

Sultanes del Imperio otomano

A continuación os ofrecemos una lista de los sultanes del Imperio otomano, incluyendo entre paréntesis las fechas de su reinado.

  1. Osmán I (12811326). Fortaleció su emirato al percatarse de las debilidades del Imperio selyúcida y del Imperio bizantino.
  2. Orhan I (13261359). Durante su reinado, la ciudad de Bursa se convirtió en la capital del imperio.
  3. Murad I (13591389). En el año 1383 se convirtió en el primer sultán del Imperio otomano (hasta entonces, sus gobernantes poseían el cargo de bey).
  4. Bayezid I (13891402). Creó uno de los ejércitos más poderosos de la época.
  5. Mehmed I (14131421). Tras el Interregno otomano o guerra civil otomana, se hizo con la victoria frente a sus rivales y reinstauró el imperio.
  6. Murad II (14211444; 14461451). Luchó contra los cristianos en los Balcanes y contra los turcos en Anatolia. Hastiado por las guerras y las revueltas, cedió el trono a su hijo, pero, dada su inexperiencia, regresó poco después al poder.
  7. Mehmed II (14441445; 14511481). Fue el responsable de la toma de Constantinopla y de la caída del Imperio bizantino.
  8. Bayezid II (14811512). Bajo su mandato se consolidó el Imperio otomano.
  9. Selim I (15121520). Destronó a su padre, Bayezid II, y conquistó Siria y Egipto. Se nombró a sí mismo califa en el año 1517.
  10. Solimán el Magnífico (15201566). Consiguió conquistas en Europa, Asia, el norte de África y el Mediterráneo. Además, era un notable poeta y promovió las artes y las ciencias.
  11. Selim II (15661574). Dejó que sus ministros se ocuparan del gobierno del imperio para así dedicarse a beber y al libertinaje.
  12. Murad III (15741595). Intentó explorar América del Norte, pero descartó la idea tras los ataques de los navíos españoles a los barcos otomanos.
  13. Mehmed III (15951603). Ordenó estrangular a sus 19 hermanos y dejó el gobierno en manos de su madre.
  14. Ahmed I (16031617). Destacó por su carácter amable, sensible y más humano, de tal modo que terminó con la tradición mediante la cual los sultanes acababan con la vida de sus hermanos. Militarmente, fracasó en las guerras en las que el Imperio otomano participó durante su mandato.
  15. Mustafá I (16171618; 16221623). Padecía de alguna enfermedad mental y más bien fue una marioneta en manos de otros.
  16. Osman II (16181622). Se hizo con el poder tras un golpe de Estado a su tío Mustafá I. Fue derrocado y asesinado por el ejército, que devolvió el trono a su pariente.
  17. Murad IV (16231640). Impuso su autoridad por medio de la fuerza, ya que ordenó degollar al gran visir y mandó que se ahogara a cientos de dirigentes militares.
  18. Ibrahim I (16401648). Considerado uno de los peores sultanes del Imperio otomano. Ordenó asesinar a múltiples de sus visires, perdiendo además la guerra que inició contra Venecia. Dado su imprevisible carácter, fue depuesto y ejecutado.
  19. Mehmed IV (16481687). Su gran visir consiguió un ligero resurgimiento del imperio mientras él se dedicaba a una de sus grandes pasiones: la caza.
  20. Suleiman II (16871691). Aunque su gobierno fue breve, emprendió reformas para mejorarlo y estabilizarlo.
  21. Ahmed II (16911695). Luchó contra los Habsburgo, perdiendo Hungría y la ciudad de Belgrado.
  22. Mustafá II (16951703). Intentó conquistar Hungría y recuperarla para el imperio, pero los austríacos se llevaron de nuevo la victoria.
  23. Ahmed III (17031730). Luchó y venció a la cada vez más pujante Rusia.
  24. Mahmud I (17301754). Mantuvo guerras contra Persia y Rusia.
  25. Osmán III (17541757). Detestaba la música y repudiaba a las mujeres, con quienes había convivido casi toda su vida en el harén.
  26. Mustafá III (17571774). Intentó modernizar el Estado y el ejército para así asemejarse a los países de Europa occidental. Aunque intentó evitarlo, al final tuvo que enfrentarse a Rusia.
  27. Abdul Hamid I (17741789). Aunque era una persona pacifista, se vio obligado a combatir contra Rusia. Sus primos Mahmud I y Osmán III, y su hermano mayor Mustafá III, lo mantuvieron prisionero durante sus primeros 43 años de existencia.
  28. Selim III (17891807). Intentó modernizar el ejército y restarle poder a los jenízaros, quienes lo depusieron. Tuvo que enfrentarse a Rusia y a diversas revueltas internas.
  29. Mustafá IV (18071808). Abolió las reformas de su antecesor y ordenó su muerte.
  30. Mahmut II (18081839). Ordenó que se disolvieran los jenízaros en el año 1826 y buscó occidentalizar el ejército. Tuvo que hacer frente a diversas sublevaciones y luchó contra Egipto.
  31. Abdülmecit I (18391861). Emprendió reformas en numerosos ámbitos (finanzas, ejército, administración, justicia).
  32. Abdülaziz I (18611876). Prosiguió con las reformas, pero la decadencia del imperio y la crisis financiera provocó el auge de los movimientos nacionalistas.
  33. Murad V (1876). Apenas reinó durante 93 días, siendo apartado de su cargo a causa de una enfermedad mental.
  34. Abdul Hamid II (18761909). Fue depuesto por los Jóvenes Turcos.
  35. Mehmed V (19091918). No ejerció un poder político real. Bajo su reinado, el Imperio otomano se enfrentó a Italia y Gran Bretaña, participando además en la Primera Guerra Mundial.
  36. Mehmed VI (19181922). Último sultán del Imperio otomano.

Sultanas del Imperio otomano

Dentro de este imperio hay un período que se conoce como el sultanato de las mujeres, yendo de mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XVII.

Durante esta etapa, diversas mujeres del harén gobernaron en nombre de sus hijos, esposos o nietos. Esto fue así debido a la inexperencia de ciertos sultanes, aunque también se debió a su ausencia o, en algunos casos, a su incompetencia para ejercer su cargo. Mencionemos algunas de ellas:

  • Roxelana (15341558). Fue la cuarta y a su vez única esposa legítima de Solimán el Magnífico. Destacó por su inteligencia y por su influencia en los asuntos de Estado.
  • Kösem Sultan (16231651). Consorte principal de Ahmed I, madre de Murad IV e Ibrahim I y abuela de Mehmed IV.
  • Turhan Hatice Sultan. Sucedió a su suegra Kösem Sultan como regente, aunque tuvo que compartir poder con el gran visir.

Referencias:

  • Historia del Imperio otomano (o turco otomano) en 18 minutos. El mapa de Sebas.
  • El Imperio otomano. Historia Universal. XXI capítulos fundamentales. David García Hernán.
  • El Imperio otomano: El «enfermo de Europa». UNED. Ana Clara Guerrero Latorre.
  • Imperio otomano. Wikipedia.

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