Resumen de la vida de Don Pelayo
- Nombre (según la Crónica albeldense): Pelayo o Pelagio (en latín, Pelagius).
- Nombre (según la historiografía árabe): Pelayo el Romano (en árabe, Belai al-Rumi).
- Nacimiento: fecha desconocida.
- Fallecimiento: 737, Cangas de Onís, Principado de Asturias, España.
- Sepultura: Santa Cueva de Covadonga, Principado de Asturias, España.
- Padre (según historiadores de las universidades de Valladolid y Del Castillo): dux Asturiensis Favila.
- Madre: desconocida.
- Dinastía: Julio-Claudia
- Reinado como princeps de los astures: 718–737.
- Consortes: Gaudiosa.
- Hijos: Favila de Asturias / Ermesinda.
¿Dónde y cuándo nació Don Pelayo?
En un sentido estricto, no se sabe con certeza el origen de Don Pelayo; no se sabe cuándo nació, tampoco dónde lo hizo, ni mucho menos quiénes fueron sus progenitores y ancestros.
Todo cuanto se sabe respecto al origen de Don Pelayo son meras hipótesis que, por convención internacional entre historiógrafos, suelen darse por sentado.
¿Dónde y cuándo murió Don Pelayo?
En el año 737, mientras se encontraba en Cangas de Onís, el primer monarca de Asturias, Pelayo, fallecería por causas aún desconocidas.
Biografía de Don Pelayo
Don Pelayo: sobre la veracidad histórica de su existencia
Como se mencionó en uno de los epígrafes anteriores, la carencia de material verídico respecto a la vida de Don Pelayo pone en tela de juicio la veracidad histórica de su existencia.
La vida, o más bien pequeños fragmentos de la vida de Don Pelayo, son relatados en dos crónicas:
- La primera de estas, la llamada Crónica albeldense (c. 881).
- La segunda, la llamada Crónica de Alfonso III (c. 887), la cual, a su vez, posee dos versiones: la Rotense y la Sebastianense.
¿Entonces, existió o no existió Don Pelayo…? De no haber existido, ¿por qué dos crónicas diferentes y prácticamente coetáneas relatan su existencia?
Hoy día, gran parte de los historiadores que se han encargado de estudiar con detenimiento el contexto histórico que rodea la vida de Don Pelayo, así como su veracidad histórica, concluyen que, en términos generales, el propósito de las Crónicas albeldense, rotense y sebastianense no es otro que intentar establecer una idea de continuidad institucional entre el reino visigodo de Toledo y el reino de Asturias.
¿A qué se debe esto? ¿A quién beneficia el establecimiento de una idea de continuidad institucional entre ambos reinos?
Historiográficamente hablando, los reinos cristianos de la península ibérica, actual España, se consideraron a sí mismos herederos de la extinta monarquía visigoda con la finalidad de legitimar la expulsión de los musulmanes y la restauración de dicha monarquía a través de la llamada Reconquista.
¿Cuál es el papel de Don Pelayo en la construcción política e histórica de los antiguos reinos cristianos de la península Ibérica?
Don Pelayo, como visigodo y como primer monarca de Asturias, encarna al nexo histórico entre la monarquía visigoda y los reinos cristianos de la península Ibérica; él es puente que une a ambas monarquías.
Don Pelayo según las crónicas albeldense, rotense y sebastianense
Crónica albeldense
Según la Crónica albeldense, tras ser expulsado de Toledo por ordenes del rey visigodo Witiza, Pelayo decidió refugiarse en Asturias. Poco tiempo después, tendría lugar la famosa invasión musulmana de la península ibérica.
Como respuesta a dicha invasión musulmana, los astures decidieron nombrar a Pelayo Concilium Princeps de los astures. Cerca del año 722 , Pelayo logró acabar con las guarniciones islámicas que se encontraban acantonadas en Gijón.
Crónica rotense
Según la Crónica rotense, Pelayo era un estepario de los reyes visigodos Witiza y Rodrigo, es decir, un espadero de la guardia real de ambos monarcas.
Cuando ocurrió la invasión musulmana de la península ibérica, Pelayo y su hermana huyeron de Toledo con dirección a Asturias para librarse de la dominación musulmana.
El plan de huida de Pelayo fue un éxito, al menos en primera instancia, pues, estando en Asturias, este y su hermana irremediablemente terminarían estableciendo contacto con Munuza, el gobernador musulmán de Gijón.
Munuza se enamoraría de la hermana de Pelayo, por lo que decidiría librarse de este último enviándolo a Córdoba, lejos de Gijón.
Sin embargo, Pelayo conseguiría escapar de Córdoba en el año 717, regresando, tras ello, a Asturias. Posteriormente, lideraría una sublevación astur en contra del gobierno musulmán en cualidad de princeps de los astures.
Crónica sebastianense
Según la Crónica sebastianense, por mucho la que menos elementos novelescos contiene y la que más hincapié hace en la continuidad histórica entre el reino visigodo y el reino astur-leónes, Pelayo no solo era indiscutiblemente godo, sino que, además, era hijo del duque visigodo Favila.
De la misma manera que en las crónicas anteriores, Pelayo terminaría convirtiéndose en el primer monarca de los astures.
Pelayo, el princeps de los astures: Covadonga y la reconquista de Gijón
Cuenta la Crónica rotense que, en 717, tres años después de que el jefe bereber Munuza recibiera el liderazgo de las tropas musulmanas asentadas en la mitad norte de la península Ibérica, así como la administración político-militar de dicho territorio, Pelayo regresaría a las montañas de Asturias para liderar una sublevación astur contra el líder musulmán luego de ser nombrado princeps de los astures por estos últimos.
Hacia el año 722, durante el gobierno de Anbasa ibn Suhaym al-Kalbi, el séptimo valí de al-Ándalus, Munuza enviaría un destacamento de tropas musulmanas al refugio de Pelayo en Piloña con el objetivo de acabar definitivamente con la rebelión astur y su líder.
A sabiendas de esta acción militar, Pelayo y sus hombres decidieron refugiarse en el monte Auseva para, posteriormente, tender una emboscada letal al ejército de Munuza.
Tras la exitosa emboscada astur y la aniquilación del destacamento musulmán (acción militar conocida en el argot histórico como la batalla de Covadonga), Suero Buyeres de Caso y Anean de Estrada, ambos capitanes de Pelayo, coronarían al legendario godo como el monarca del nuevo reino de Asturias.
Envalentonado por su aplastante victoria en Covadonga, Pelayo y sus hombres arrasarían con las tropas musulmanas e, incluso, al mismísimo Munuza cuando intentaban huir de Gijón, apoderándose de dicha ciudad con total facilidad.
La noticia de la caída del gobierno musulmán de Gijón no tardó en divulgarse por toda la península ibérica. Naturalmente, muchos cristianos decidieron unirse voluntariamente al ejército de Pelayo, pues encontraron en el incipiente reino de Asturias la esperanza de restaurar la antigua monarquía cristiana de los visigodos.
El final de Don Pelayo: muerte y sepultura
Encontrándose en Cangas de Onís, el lugar donde había erigido la corte de su reino, Pelayo fallecería por causas aún desconocidas en el año 737.
Según el cronista Ambrosio de Morales, el rey de Castilla y de León, Alfonso X el Sabio, ordenó el traslado de los restos de Pelayo y de su esposa, Gaudiosa, a la Santa Cueva de Covadonga.
En la actualidad, existen controversias sobre la autenticidad de la orden de traslado emitida por Alfonso X el Sabio. Así, mientras algunos historiadores consideran veraz el traslado de los restos de Pelayo y Gaudiosa a la Santa Cueva de Covadonga, otros creen que tal acción nunca se realizó. De ser así, Pelayo y Gaudiosa aún reposarían en la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, España, donde fueron sepultados por primera vez.
Referencias: