El escritor francés André Breton fue uno de los mayores responsables de la creación del movimiento surrealista al fundarlo con su Manifiesto surrealista. Escribió dos manifiestos, el primero en 1924, y uno segundo cinco años después para la revista La Révolution Surréaliste, escrito junto a Paul Éluard.
En principio estaba desarrollado casi exclusivamente para la literatura; sin embargo, no tardaría en manifestarse en otras actividades culturales, desde la filosofía hasta el arte pictórico.
A pesar de que en el primer manifiesto no se contemplaba esto, en estas líneas expuestas por Breton muchos artistas se autodefinieron surrealistas.
Definición de surrealismo
El surrealismo fue un movimiento cultural que se desarrolló en Europa, con gran influencia del dadaísmo, después de la Primera Guerra Mundial. Consistió en la manifestación de sobrepasar la realidad a partir de un impulso irracional, y en gran medida onírico, mediante la automática expresión del subconsciente.
En tanto a la literatura se refiere, se trata de todo aquello que se diga o escriba sin la intervención de la razón y alejándose de preocupaciones morales o estéticas, según habría escrito Breton en su primer manifiesto. Asimismo se adopta en la pintura, estrechamente relacionada a los sueños.
Significado de surrealismo
La palabra surrealismo proviene del francés surréalisme, que a su vez está formada por el prefijo sur- (que quiere decir sobre o por encima) y el vocablo réalisme (que significa realismo).
¿Cuándo empezó y cuándo terminó el arte surrealista?
Los orígenes del surrealismo provienen un poco antes de que André Breton escribiera sus manifiestos. En 1917, el escritor y crítico francés Guillaume Apollinaire ya lo habría mencionado en el prólogo de Las tetas de Tiresias, obra de teatro estrenada en el Teatro Reneé-Maubel, en París.
Sin embargo, su máximo auge comenzó a emerger hacia 1924 en París, esparciéndose en toda Europa al concluir la Primera Guerra Mundial hasta inicios de la Segunda Guerra Mundial. Ahora bien, su influencia aún sigue latente en nuestros días.
Antecedentes del arte surrealista
Como ya dijimos, el término surrealismo proviene del francés surréalisme, acuñado por Guillaume Apollinaire en 1917. La palabra aparece por primera vez en el drama surrealista Las tetas de Tiresias, al referirse allí mismo a la creativa reproducción de un objeto, transformándolo.
Muchos surrealistas, sin embargo, han hecho referencia a diversos precedentes, tales como el marqués de Sade, Heráclito y Charles Fourier, por mencionar a algunos. Asimismo, hay que considerar las teorías en torno al psicoanálisis acuñadas por Sigmund Freud en relación al sueño y el subconsciente.
Mientras tanto, en las artes, así como en la poesía, se pueden encontrar algunos precursores tales como Alfred Jarry, Arthur Rimbaud y el Conde de Lautréamont. En la pintura, no cabe duda de que hay que mencionar a El Bosco, con obras tales como El carro de heno y El jardín de las delicias, del siglo XVI.
Tres siglos después, llega Giorgio de Chirico con su pintura metafísica. Todos estos elementos son retomados por el surrealismo, aunque el mayor precedente, o al menos el más inmediato, es tomado del dadaísmo, del mismo siglo XIX en el que nace el movimiento surrealista.
Principales características del arte surrealista
Las características del surrealismo están íntimamente ligadas a La interpretación de los sueños de Sigmund Freud, publicado en 1899. Tal libro expresó un estudio alrededor del mundo onírico, donde se puede hallar un componente de la mente a través de la expresión del subconsciente.
En tal teoría se afirma la existencia de procesos mentales, los cuales van mucho más allá de cada uno de nuestros pensamientos conscientes. Diría el mismo Freud que los sueños son el primer eslabón de una serie de formaciones psíquicas. Es en torno a ello que se fundamenta el surrealismo.
El automatismo y el inconsciente
En primera instancia, lo que llevaría al fin del surrealismo tanto en las artes plásticas como en la literatura e incluso en el cine, era la creación a partir de un proceso más allá de la reflexión consciente de tales actos.
El surrealismo procuraba superar las limitaciones en las que se veía el ser humano del inconsciente, dejando que el subconsciente se expresara por sí solo a través del arte.
El nivel oculto en la mente humana, llamado inconsciente en La interpretación de los sueños de Freud, fue de inspiración para André Breton al crear el Manifiesto surrealista. Esto se convertiría en el centro del surrealismo, razón por la que sería el automatismo la principal de las características de este movimiento.
Muchos artistas, para lograr tal objetivo, llegaron a desarrollar muchas de sus obras en diversos estados de trance e incluso, hipnosis. Para lograr esto, el artista o escritor tomaba el soporte (papel, lienzo, etc.) para plasmar de forma directa algún sueño o pensamiento subconsciente sin ningún tipo de control lógico, ni moral, ni estético.
La finalidad en la práctica era la creación automática de la obra en sí misma, siendo una forma de protesta contra las normas establecidas a nivel sociocultural. Tomando en consideración, además, que el surrealismo pretendía demostrar que la creatividad nacía desde el subconsciente, uniendo su interés por explorar el mundo de los sueños, así como el de los deseos ocultos.
Técnicas y procesos creativos
A pesar de que el principio de la creación artística surrealista era el automatismo, fue necesario emplear algunas técnicas para lograr el objetivo. Entretanto, también era muy frecuente la incorporación de imágenes que representaban a otras culturas, especialmente las primitivas, cuyas intenciones se relacionaban con el anticolonialismo.
Frottage
Una de estas técnicas fue la llamada frottage, cuyo procedimiento estaba determinado al pasar un lápiz sobre una rugosa superficie con la finalidad de crear texturas y formas sobre el soporte, obteniendo una obra completamente novedosa en determinado material.
Decalcomanía
Otra de las técnicas empleadas fue la decalcomanía. En este caso, consistía en la aplicación de tinta sobre el soporte, bien sea el papel, el lienzo u otro, arrojándolo sobre ella. Luego de ello, la superficie era doblada a la mitad para unir la tinta, de manera que al abrirla se mostrará un patrón de tinta particular y única, el cual podría servir para la creación final de la obra.
Asimismo, surgieron otras tantas formas de expresión artística a partir de la experimentación, considerando siempre la libertad creativa.
Cadáver exquisito
El cadáver exquisito se empleó no solo en la escritura, sino también en el dibujo. Consistía básicamente en un juego entre poetas, escritores y artistas en general. Todos al reunirse creaban un dibujo o poema en conjunto, pero sin ver lo que el otro realizaba.
Cada artista, escritor o poeta añadía un fragmento de lo que por su mente pasase, sin razonarlo, sino en una suerte de espontaneidad creativa. El soporte se iba pasando de uno en uno, sin que cada persona mirara lo que el resto habría añadido. Al concluir, se desplegaba el papel, el resultado era compartido entre todos e iban mirando y buscando nuevas ideas.
Objet trouvé
El objet trouvé también era un proceso de construcción artística empleado por intelectuales y artistas surrealistas. Su significado, objeto encontrado, fue creado por el poeta y artista francés Marcel Duchamp, al que se le anexaba la premisa de lo absurdo.
Considerando que Duchamp fue una de las mayores figuras del dadaísmo, no es de extrañar el objetivo de esta técnica: la superposición de lo extraño y lo improbable entre objetos. Un ejemplo de ello es el Teléfono Langosta de Salvador Dalí, que solo consistió en agregar una langosta sobre el auricular, a modo de sustitución.
En general, se tomaban objetos cotidianos para agregarles cualquier otro detalle u objeto que no tuviera nada que ver con el primero, provocando una especie de perturbación al sentido lógico de la sociedad, con la finalidad de estimular el inconsciente.
En este sentido, consistía en la yuxtaposición del objeto común y lo absurdo, imponiendo un escenario improbable.
Principales artistas surrealistas
A pesar de que existieron numerosos artistas que desarrollaron una obra en torno al movimiento surrealista, incluso algunos latinoamericanos como la artista inglesa que se nacionalizó mexicana, Leonora Carrington, la pintora española también residenciada en México, Remedios Varo o el pintor belga René Magritte, entre otros, nos centraremos en tres principales: Max Ernst, Salvador Dalí y Joan Miró.
Max Ernst (1891–1976)
A pesar de que Max Ernst (pintor alemán) iniciara en el dadaísmo, no reparó en explorar el surrealismo, especialmente después de haber conocido a André Breton y Paul Éluard en París.
Habrá que considerar que, mientras seguía en Alemania, fue partícipe activo de la Primera Guerra Mundial, cosa que además de marcar su vida para siempre, sería de influencia para su obra.
Los horrores que experimentó en la guerra fueron motivos suficientes para estar en contra de muchos valores de su época, especialmente de la sociedad. Exploró en su obra lo absurdo, construyendo fantásticos escenarios relacionados especialmente al sueño.
En general, realizó muchos frottage, así como collage, influenciado por las creaciones de las tribus originarias americanas. De sus obras de mayor importancia se encuentran Celebes (1921), Ubú Imperator (1923), Les Hommes n’en sauront rien (1923) y La Virgen bendecida castigando al Niño Jesús delante de tres testigos: André Breton, Paul Éluard y el pintor (1926).
Salvador Dalí (1904–1989)
Uno de los artistas más reconocidos del movimiento surrealista es el español Salvador Dalí (no podría ser menos, considerando sus excentricidades como persona y sus provocadoras e irónicas obras de arte). Fue un gran admirador de artistas como Pablo Picasso y del arte impresionista, cuya fama obtuvo tras haber expuesto en la Galería de Goemans.
Lo más paradójico y controvertido de este artista es que, a pesar de que hoy en día su nombre es conocido como sinónimo del movimiento surrealista, el mismo André Bretón lo expulsó del surrealismo en 1937 debido a sus posiciones políticas. Sin embargo, Dalí no dejó de trabajar en torno al imaginario onírico como influencia.
A pesar de que trabajó en gran medida en la pintura, también lo hizo a través de otras expresiones artísticas, tales como la escultura, entre otras, dejando incluso una gran huella en el cine al colaborar con dos films del director español Luis Buñuel: Un perro andaluz (1929) y La edad de oro (1930).
Otras de las obras reconocidas de Dalí son El gran masturbador (1929), La persistencia de la memoria (1931) y Jirafa en llamas (1937), entre muchas otras. Hay que considerar que fue un artista no solo controvertido, sino que además desarrolló una extensa obra y que son muchas más las de gran importancia.
Joan Miró (1893–1983)
Joan Miró fue un destacado artista español que inició su carrera entre los movimientos fauvistas y el dadaísmo del arte, tocando luego no solo el surrealismo, sino también el abstraccionismo.
A pesar de ello, su obra fue evolucionando hasta abordar un lenguaje muy personal, pero desde lo onírico; todo ello gracias a su viaje a Francia en 1920.
A pesar de que desarrolló otras expresiones artísticas, tales como la escultura, la cerámica y el diseño, entre otras, fue en la pintura en la que influyó mucho más. El claro ejemplo de su obra plástica surrealista está en sus técnicas empleadas del automatismo.
Entre sus pinturas, destacaron las expresiones que mostró en relación a formas biomórficas sin ningún tipo de contraste. Las temáticas de estas se relacionaban con el mundo de los sueños y lo fantasmagórico. Entre sus obras más representativas se encuentran El cazador (1924), El carnaval del arlequín (1924–1925) e Interiores holandeses (I) (1928), entre muchas otras.
Obras más representativas del surrealismo
Muchos fueron los artistas que desarrollaron obras con lecturas surrealistas, incluso algunos propiamente latinoamericanos que intentaron evadir tales interpretaciones expuestas en sus creaciones, como el caso de la mexicana Frida Kahlo, que negó tal atribución por asumirse artista autobiográfica.
Sin embargo, condensar a tantos artistas con creaciones tan extraordinarias, o comentar al menos una obra de cada uno de ellos, podría tornarse excesivo. Nos limitaremos a tres de distintos artistas, sin intenciones de que se considere como una exclusión de otros tantos que perfectamente pudieron formar parte de esta mínima lista.
La persistencia de la memoria, de Salvador Dalí
La persistencia de la memoria fue realizada por Salvador Dalí en 1931. Actualmente, el cuadro está expuesto en el Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York, siendo uno de los más famosos de la historia del arte, más allá del movimiento surrealista. Efectivamente, una obra llena de simbolismos.
Esta pieza sacude una noción de temporalidad y de memoria fuera de lo establecido socialmente. Se exponen elementos simbólicos tales como relojes que se derriten, una suerte de autorretrato y hormigas caminando sobre el reverso de un reloj, que además oculta la hora.
Por un lado, los relojes representan una temporalidad diferente a la real, a modo de mostrar una noción distorsionada del tiempo mismo al derretirse. Asimismo, observamos el autorretrato del artista durmiendo, o soñando todo lo que le rodea, debajo del reloj derretido que le arropa.
Asimismo, todo el conjunto de objetos y sujeto, se encuentran en un paisaje que se asume ser acantilados costeros de Cataluña, como vista cercana a su hogar (quizás el único fragmento de realidad de toda la manifestación onírica de la obra).
La lámpara filosófica, de René Magritte
A pesar de que el pintor surrealista belga René Magritte no haya estado en nuestra lista de artistas más influyentes de este movimiento, no quiere decir que no sea así. Más bien es todo lo contrario, por ello tomamos una de sus obras más acreditadas, La lámpara filosófica, realizada en 1936.
En La lámpara filosófica observamos una composición en la que dominan dos elementos principales:
- Por un lado, un hombre fuma una pipa, pero con la particularidad de que su nariz calza a la perfección, a modo de tampón, con la pipa.
- Por otro lado, en un segundo plano, una vela encendida se derrite enrollándose sobre la mesa.
Se podría decir que es una especie de autorretrato en la que denuncia o anuncia de manera indirecta la posible fertilidad de su imaginario con la capacidad de generar una forma un tanto mórbida, aunque ágil, de una simple vela a partir de la reflexión que se asume forma parte del acto de fumar una pipa.
Celebes, de Max Ernst
Celebes fue realizada por Max Ernst en 1921. Considerando el gran desarrollo de una obra collage por parte del artista, observamos en este óleo sobre lienzo una suerte de imitación a tal técnica. A partir del color, el dibujo y su audacia artística, muestra diversas texturas y materiales en asociación aleatoria, típico del surrealismo.
Observamos en un segundo plano lo que parece ser una figura principal con apariencia de elefante, aunque con ciertas connotaciones sexuales, tal como se ve en la torre derecha (una clara simbología fálica).
En todo este entorno, con un fondo que varía entre un universo marino y un cielo, nos topamos en un primer plano con una figura marina, donde solo interesa su corporalidad sexualizada.
Asimismo, se puede llegar a interpretar una hipótesis en la que esa corona que posee en la trompa la figura elefantiásica, así como la figura ya mencionada femenina, alude al mito del rapto de Europa (del mito griego).
Referencias:
- Cunha, Sónia. Surrealismo: características y principales artistas. Cultura Genial.
- Cunha, Sónica (revisado por Andrea Imaginario). La persistencia de la memoria, de Salvador Dalí. Cultura Genial.
- Pradas Gallardo, Claudia. El significado de los sueños según Sigmund Freud. Psicología-Online (sitio web). Comentario posteado el 25 de abril del 2019 (Consultado el 10 de junio del 2020).
- Ochoa, Andrea. Los 7 artistas más importantes del movimiento surrealista. ADmagazine (sitio web). Comentario posteado el 05 de abril del 2020 (Consultado el 10 de junio del 2021).
- Surrealismo. Wikipedia.
- Manifiesto surrealista. Wikipedia.
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