Galos

Después de que las tribus indoeuropeas se expandieran por toda Europa, un conjunto de estos pueblos se mezclaron con culturas ya existentes en Europa Central, dando origen a la cultura de los campos de urnas hacia el año 1200 a. C.

Cuatro siglos después, a inicios de la Edad del Hierro, la cultura de los campos de urnas dio paso a la cultura de Hallstatt, en la actual Austria. Esta cultura, relacionada profundamente con el origen de los celtas, se expandió rápidamente por toda Europa, dando paso a su sucesora, la cultura de La Tène, en la actual Suiza, hacia el año 500 a. C.

Influenciados por su nueva cultura, los celtas de La Tène continuaron su expansión por toda Europa Occidental:

  • En España se les conoció como celtiberos.
  • En Suiza, como helvecios.
  • En Reino Unido, como britanos y/o goidelos.
  • En algunas zonas de las actuales Bélgica, Italia, Francia, Países Bajos y Alemania fueron conocidos como galos.

Esta última conglomeración de pueblos celtas conforma precisamente el tema central del presente artículo.

Ubicación geográfica de los galos

Gracias a la descripción ofrecida por Julio César en su célebre obra Comentarios a la guerra de las Galias se sabe que los galos habitaron la totalidad o parcialidad de los territorios de las actuales Bélgica, Italia y Francia, así como algunas regiones de los actuales Países Bajos y Alemania al oeste del río Rin.

Mapa de los pueblos galos
Mapa de los pueblos galos, incluyendo la división de la Galia: Armórica, Bélgica, Galia celta, Galia transalpina y Aquitania. Imagen de Wikipedia.

Origen de los galos 

Los galos comparten el mismo origen que la mayoría de los denominados pueblos celtas, es decir, también descienden de antiguos pueblos indoeuropeos de origen sumamente remoto (aproximadamente, alrededor del año 3000 a. C., en el Cáucaso).

En contraste con los pueblos godos, no existe un texto antiguo que ofrezca información sobre el origen exacto o folclórico de los galos, por lo que, naturalmente, los inicios de la época gala son difíciles de definir.

Aunado a ello, los galos no constituían un pueblo o tribu centralizada. Por tanto, no todos comparten el mismo origen stricto sensu, es decir, no todos arribaron a la Galia al mismo tiempo.

A pesar de la incertidumbre existente respecto a los inicios de la época gala, generalmente se sitúa el florecimiento de la Galia en el periodo de la cultura de La Tène, es decir, hacia el siglo V a. C.

Historia de los galos

Los pueblos galos: ¿86 tribus y un mismo nombre?

La historia de los galos, en su cualidad de tribu celta descendiente de las culturas europeas de Hallstatt y La Tène, no posee un hilo conductor del cual se pueda hablar, es decir, su historia no puede ser dividida en distintas secciones históricas.

Antigua familia gala
Ilustración de una antigua familia gala (principios del siglo XIX).

Esta particularidad histórica de la mayoría de tribus celtas, incluida la tribu de los galos, encuentra su origen en la esencia misma de los celtas, pues estos no fueron un conglomerado de tribus y pueblos regidos por una misma política o cultura; es decir, nunca constituyeron un Estado en sí.

En este sentido, la denominación galos (atribuida, en primer lugar, por los antiguos griegos y, después, por los romanos) era más bien del tipo demográfico y no del tipo geopolítico.

Por tanto, si bajo dicha premisa resulta complejo exponer una historia detallada sobre alguna de las tribus celtas (celtíberos, boyos, lingones, senones, helvecios, gálatas, britanos o goidelos), cuando de galos se trata, la historia se ramifica y se complica aún más.

Guerra de las Galias: lista de pueblos galos según Julio César

Según lo relatado en Comentarios a la guerra de las Galias por Julio César, al momento de librarse el mítico enfrentamiento entre romanos y galos entre los años 58 a. C. y 51 a. C. (véase guerra de las Galias), existían 86 tribus galas habitando en la Galia. Estas fueron las siguientes:

Vercingétorix arroja sus armas a los pies de Julio César
Vercingétorix arroja sus armas a los pies de Julio César, pintura al óloe de Lionel Noel Royer (año 1899).
Nombre Ubicación
Alóbroges Entre el alto Ródano y el Isère
Ambarros Valle bajo del Saona
Ambianos Valle del Somme
Ambibarios Desconocida
Ambiliatos Desconocida
Ambivaretos Desconocida
Andes Región de Angers
Arvernos Auvernia
Atrebates Región de Arrás
Atuátucos Bélgica (región de Namur)
Aulercos branovices Desconocida
Aulercos cenómanos Región de Mans
Aulercos eburovices Región de Évreux
Auscos Región de Auch
Belóvacos Región de Beauvais
Bigerriones Región de Bigorre
Bituriges Berry
Blanovios Desconocida
Boyos Desconocida
Cadurcos Quercy
Cáletes Alta Normandía
Carnutes Beauce
Catalaunos Châlons
Caturiges Valle alto del Durance
Ceutrones Valle alto del Isère
Cocosates Desconocida
Coriosolites Côtes-d’Armor
Diablintes Mayenne
Eleutetos Desconocida
Elusates Región de Eauze
Esuvios Calvados
Gábalos Gévaudan
Gates Desconocida
Grayócelos Región de Mont-Cenis
Grudios Desconocida
Heduos Nivernais, Morvan
Helvecios Meseta suiza
Helvios Baja Ardéche y las Cevenas
Latobicos Desconocida
Lemovices Lemosín
Leucos Alto Marne
Levacos Desconocida
Lexovios Lieuvin, país de Auge
Lingones Meseta de Langres
Mandubios Auxois (Alesia)
Mediomátricos Lorena
Meldos Brie
Menapios Bélgica  (Flandes)
Mórinos Boulonnais (Flandes occidental)
Námnetes País de Nantes
Nantuates Valais suizo
Nervios Bélgica – Henao, Brabante
Nitióbroges Región de Agen
Osismos Finisterre
Parisios Región de París
Petrocorios Périgord
Pictones Poitou
Pleumoxios Desconocida
Ptianios Desconocida
Ráuracos Región de Basilea
Redones Región de Redon
Remos Champaña
Rutenos Región de Albi y de Rodez
Sántonos Saintonge
Sécuanos Regiones de la Alta Alsacia y de Ain
Sedunos Región de Sion, Suiza
Segusiavos Forez
Senones Beauce, Gâtinais
Sociates Desconocida
Suesiones Soissonnais
Tarbelos Región de Tarbes
Tarusates Desconocida
Tigurinos Desconocida
Tréveros Desconocida
Tulingos Desconocida
Túronos Turena
Unelos Cotentin
Velavios Velay
Veliocasos Vexin
Vénetos Morbihan
Veragros Región de Martigny, Suiza
Viromanduos Vermandois, Thiérache
Vocates Desconocida
Voconcios Prealpes de Provenza
Volcas arecómicos Languedoc
Volcas tectósages Valle alto del Garona

No todas las tribus galas expuestas en la tabla anterior fueron necesariamente enemigos de los romanos, ni mucho menos aliados militares; en realidad, cada tribu gala respondía a sus propios intereses.

Si bien muchas tribus galas se aliaron bajo el mando de distintos líderes militares (Ambiórix, Lucterio y Vercingétorix) en contra de Julio Cesar, algunas de estas optaron por formar alianza con los romanos. Un ejemplo de ello son los heduos, aliados por excelencia de los romanos.

Influencia, transculturización y evolución: el final de los galos

Soldado galo y su hija cautivos en Roma
Soldado galo y su hija cautivos en Roma, óleo de Félix-Joseph Barrias (año 1847).

La derrota de los galos a manos de las legiones de Julio César, en el año 51 a. C., coincidió de manera inequívoca con el surgimiento de Roma como la potencia Europea hegemónica del momento. En este punto, es preciso entender la hegemonía romana, no solo como la clásica hegemonía geopolítica, sino también como una de tipo cultural.

La hegemonía cultural, que los romanos ejercieron sobre los distintos pueblos galos, no respondía stricto sensu a un plan político en específico, sino que surgía de manera espontánea y paulatina a través del contacto cultural continuo entre ambas civilizaciones.

De hecho, este proceso de transculturización no afectó únicamente a los galos; los romanos también adoptaron costumbres, artes y tecnologías de los galos, como, por ejemplo, la cota de malla.

El final de los galos es el mismo final que la mayoría de pueblos celtas. Su naturaleza beligerante y separatista les impidió constituirse como una única gran tribu, reino o imperio en Europa y perdurar en el tiempo.

Es por ello que, con el pasar de los años, se fueron fusionando con otros pueblos europeos, diluyéndose entre distintas culturas y dejando un legado y una huella indeleble en algunas tribus europeas del Medioevo; los francos son prueba fehaciente de ello.

Características de los galos

Características políticas de los galos

Dada la naturaleza austera y su origen celta, los galos no poseían una organización política excesivamente compleja, sino que, al contrario, esta era sumamente sencilla.

Cada una de las tribus galas era controlada por un jefe o líder, el cual fungía como el caudillo de la tribu a la cual representaba, es decir, lideraba a los ejércitos en batalla y vigilaba el entrenamiento de estos últimos.

Características sociales de los galos

En el ámbito social-demográfico, los galos se caracterizaban por agruparse en pagus o tribus, es decir, en pequeñas regiones delimitadas por elementos de la naturaleza y conformadas por unas cuantas miles de personas.

Los guardacostas galos
Los guardacostas galos, obra de Jean Jules Antoine Lecomte du Nouy (año 1888).

Estas tribus, a su vez, se agrupaban en pueblos, más conocidos como civitas, cuyo alcance poblacional oscilaba entre los 200.000 y los 600.000 habitantes.

Características económicas de los galos

Siendo una tribu de origen celta, los galos hacían un uso excepcional de la tierra, por lo que, naturalmente, su economía dependía en gran parte de las actividades agrícolas y ganaderas. No obstante, los galos poseían su propia característica distintiva como pueblo celta: eran excelentes artesanos.

Los galos explotaban los minerales presentes en su vasta extensión territorial, especialmente el hierro. Esta maestría con el horno y el martillo les permitió fabricar todo tipo de armas, armaduras y herramientas; asimismo, les hizo acreedores de una reputación sin igual, la cual supieron capitalizar muy bien en términos económicos.

Características religiosas de los galos

Previo a la promulgación del Edicto de Tesalónica por el emperador romano Teodosio I, los galos, aquellos que habían sobrevivido como aliados de los romanos, mantenían y promovían, a través de los druidas, sus costumbres religiosas, de origen celta, dentro de su población.

Esto cambiaría radicalmente hacia el año 380 de la era actual, cuando los romanos acogieron el cristianismo como su religión oficial. Esta nueva influencia religiosa cristiana-romana mermó, paulatinamente, las antiguas costumbres religiosas de los galos; poco a poco, los sacerdotes cristianos fueron sustituyendo a los antiguos sacerdotes druidas. 

Referencias:

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