Ruta de la Seda

Contrario a la creencia popular, las civilizaciones de Oriente y Occidente estuvieron en constante contacto desde incluso antes de la era común.

Todo ello, gracias al carisma y diplomacia de un hombre: Zhang Qiang (quien, por órdenes del emperador Wu de la dinastía Han, consiguió apaciguar a las tropas de los xiongnu y establecer relaciones con las distintas tribus y Estados antiguos que se erigían desde China hasta la actual Hindú Kush, en Pakistán).

El hito conseguido por Zhang Qiang y el emperador Wu de Han, alrededor del siglo II a. C., daría inicio a una de las redes de rutas comerciales más famosa de la historia: la Ruta de la Seda.

Este conjunto de rutas, más allá del hecho de ser simples rutas comerciales, facilitaron el intercambio cultural y tecnológico entre Oriente y Occidente, lo cual fue, sin duda, decisivo para el desarrollo de la historia, tal cual la conocemos.

¿A qué se denomina Ruta de la Seda?

Se conoce como Ruta de la Seda al conjunto de rutas comerciales que surgieron a partir del negocio de la seda china durante la dinastía Han, hacia el siglo II a. C.

Estas se extendieron por gran parte del continente euroasiático y facilitaron el comercio entre occidentales y orientales desde su creación hasta su disolución en el siglo XV con el ascenso del Imperio otomano, la caída de Constantinopla y el descubrimiento de nuevos mercados y rutas comerciales marítimas por parte de los reinos de España y Portugal.

Ubicación geográfica de la Ruta de la Seda

El conjunto de redes que constituían la Ruta de la Seda conectaron comercialmente a las siguientes ciudades y localizaciones:

• Chang’an, actual ciudad Xi’an, en China.
• Karakórum, en la actual provincia Övörhangay, Mongolia.
• Paso de Khunjerab, actual región fronteriza entre China y Pakistán.
• Susa, actual ciudad iraní de Shush.
• Valle de Ferganá, situado entre los actuales Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán.
• Samarcanda, actual ciudad uzbeka.
• Taxila, localizada en la actual Pakistán.
• Antioquía, actual ciudad turca.
• Alejandría, actual ciudad egipcia.
• Kazán, actual ciudad rusa.
• Constantinopla, actual ciudad turca de Estambul.
• Europa Occidental, principalmente los reinos más influyentes que habitaron dicha región.
• Somalia y Etiopía, ambos países del África oriental.

Es importante entender que las localizaciones antes mencionadas no estuvieron conectadas comercialmente al mismo tiempo, pues dada la naturaleza hostil y colosal de la región, algunas ciudades y lugares quedaban, a menudo, desconectadas temporalmente de la Ruta de la Seda.

Antecedentes de la Ruta de la Seda

Si bien no existen menciones, tanto en la cultura occidental como en la oriental, sobre la existencia de rutas comerciales previo a la llegada de la dinastía Han en China, esto es, antes del siglo II a. C., distintos arqueólogos concluyen que la geografía centroasiática fue un espacio de intercambios comerciales activos desde hace unos 7.000 años aproximadamente.

Dejando a un lado las controversias históricas antes expuestas, se sabe con certeza que la primera gran conexión que ocurre entre Oriente y Occidente sucede gracias a las hazañas militares del joven rey macedonio Alejandro Magno y su imbatible imperio.

Hacia el final de las campañas del mítico Alejandro Magno, este lograría expandir su imperio hasta el norte de la India, dejando allí una fuerte influencia cultural.

Dos siglos después, Zhang Qiang y Wu de Han materializarían, en parte, la visión cosmopolita de Alejandro Magno al unir Oriente y Occidente mediante la creación de la Ruta de la Seda.

Historia de la Ruta de la Seda

Origen de la Ruta de la Seda

Tras la muerte de Qin Shi Huang, el primer emperador de China, el 10 de septiembre de 210 a. C., y la posterior disolución de la dinastía Qin, en el año 206 a. C., la dinastía Han asumiría el control de China, dando inicio a una de los periodos más exitosos de la China Imperial por su enorme legado cultural: el periodo Han.

Así pues, durante la dinastía Han, el Imperio chino había logrado expandirse desde el oriente hasta parte de Asia Central. Sin embargo, la expansión china causaría el furor de los xiongnu (una confederación de pueblos nómadas oriundos de las estepas de Asia Central, quienes, por razones más que obvias, no aprobaban la expansión de los dominios de China).

Ante el inminente ataque de los xiongnu, el emperador Wu de Han mandó a Zhang Qiang en una misión diplomática con el objetivo de frenar el estallido de las hostilidades.

Para sorpresa del emperador Wu, Zhang Qiang no solo lograría llegar a un acuerdo con los xiongnu, sino que además conseguiría incursionar por varios pueblos de Asia Central —llegando incluso hasta el actual Hindú Kush, Pakistán— y, posteriormente, establecer relaciones comerciales con cada uno de estos. Dicha proeza marcaría el inicio de la Ruta de la Seda.

La antigua Roma, las guerras párticas y el descubrimiento de la seda

Entre los años 53 a. C. y 217 d. C., tendrían lugar las denominadas guerras párticas, en las cuales el Imperio romano y el Imperio parto del antiguo Irán se enfrentarían en numerosas ocasiones.

En una de las tantas oportunidades en las que ambos imperios se enfrentaron, los romanos pudieron divisar entre los estandartes persas un lujoso material hasta entonces desconocido para ellos: la seda.

El descubrimiento de la seda por parte del ejército romano despertaría el interés de la aristocracia romana, quienes abogaron por emprender relaciones comerciales con las civilizaciones de Oriente en lugar de conquistarlas, lo cual, dada la lejanía del mundo oriental respecto a Roma, parecía la opción más sensata.

Siendo la seda el material más comerciado entre Oriente y Occidente, naturalmente se le dio el nombre de Ruta de la Seda al conjunto de rutas comerciales que conectaban a ambas civilizaciones.

No obstante, la seda no fue el único material que se comerciaba a través de dichas rutas; también lo eran productos como la lana, el marfil, las especias, la porcelana, el vidrio, el ámbar, la laca, el coral, diamantes, rubíes, jades y perlas, entre otros.

Apogeo y primer declive de la Ruta de la Seda

En el siglo II d. C., la región euroasiática estaba dominada por el Imperio romano, en Europa, el Imperio parto, en Persia, el Imperio kushán, en el valle del Indo, y la dinastía Han, en China. Siendo esta la más esplendorosa época del comercio entre Oriente y Occidente.

Tras la caída de la dinastía Han, en China, y el ataque de los hunos (descendientes de los xiongnu), el éxito comercial y la estabilidad de la Ruta de la Seda llegaría a su fin en Europa, alcanzando su punto máximo de declive luego de la caída del Imperio romano de Occidente, en el año 476.

Auge y declive del Imperio mongol: la Pax Mongolica y la peste negra

La Pax Mongolica

En el siglo XIII, las conquistas y hazañas militares de un hombre darían vida a uno de los imperios más poderosos de toda la historia: el Imperio mongol de Gengis Kan.

Más allá de todas las connotaciones negativas que, usualmente, se le atribuyen a los mongoles y a su imperio, estos eran muchísimo más que simples barbaros y, de hecho, mostraban bastante interés por el comercio.

Esto último llevó a la instauración del periodo conocido como Pax Mongolica, un resurgimiento auspiciado y fuertemente custodiado por los mongoles de la Ruta de la Seda y las relaciones comerciales en gran parte de Eurasia durante los siglos XIII y XIV.

Las aventuras de Marco Polo

Los esfuerzos del Imperio mongol por hacer florecer el comercio en los territorios que habían conquistado mediante el uso de la Ruta de la Seda, encontrarían en la figura del mercader veneciano Marco Polo su más grande aliado.

Las hazañas narradas por Marco Polo, durante su apresamiento por orden de los genoveses, promovieron por toda Europa un profundo interés por las civilizaciones orientales y su cultura; interés del cual los mongoles, quienes controlaban gran parte de Asia, supieron sacar provecho.

El inicio de la era de las armas de fuego

La Ruta de la Seda experimentaría un nuevo auge comercial tras el despertar del interés de Occidente por la tecnología oriental.

Motivados por la curiosidad, los ingleses importaron desde China un potente y mortífero compuesto químico: la pólvora; no pasaría mucho tiempo para que los ingleses decidieran dar uso a su nueva adquisición.

Gracias al poder de la pólvora y al uso de primitivos cañones, en agosto del año 1346 los ingleses consiguen derrotar a los franceses en la batalla de Crécy, una de las tantas batallas libradas durante la guerra de los Cien Años.

La diferencia abismal entre el poder de combate de los ingleses respecto del de los franceses tras la implementación de la pólvora y los cañones en la batalla de Crécy, supuso el inicio de la era de las armas de fuego en Europa.

Segundo asedio mongol de Caffa: el estallido de la peste negra

En el año 1346, durante los acontecimientos del segundo asedio mongol de Caffa, las tropas del ejército mongol se verían mermadas ante el ataque de un asesino silencioso y extremadamente letal: la peste negra.

Impotentes ante una enfermedad desconocida que cada vez cobraba más victimas entre sus tropas, los mongoles optarían por compartir un poco de su desgracia con los genoveses, a quienes intentaban invadir en Caffa.

Para lograr tan despreciable objetivo, los mongoles arrojaron a los genoveses cadáveres de mongoles infectados con la peste negra por encima de las murallas mediante el uso de catapultas.

A pesar de la vileza de los mongoles, estos se verían forzados a abandonar el asedio por el avance imparable de la peste. Por su parte, los genoveses, quienes habían observado la mortalidad de la peste negra, huirían despavoridos de Caffa, llevando consigo tan letal enfermedad.

En tan sólo cuatro años, la peste negra redujo la población europea a la mitad, acabando con la vida de aproximadamente 30 millones de personas.

Caída del Imperio mongol y ascenso del Imperio otomano: el fin de la Ruta de la Seda

Un par de décadas después del segundo asedio mongol de Caffa y la estela de muerte dejada por la peste negra en Europa, el Imperio mongol encontraría su disolución en el año 1368.

De esta manera, la Pax Mongolica y el auge comercial que había experimentado la Ruta de la Seda desde el ascenso de los mongoles llegaría a su fin.

Casi un siglo después de la caída del Imperio mongol, el Imperio otomano lograría hacerse con el control de la región del Mediterráneo tras derrotar a los bizantinos durante los acontecimientos del sitio de Constantinopla, en el año 1453.

La caída de Constantinopla, antiguo puente cultural y comercial entre Oriente y Occidente, marcó el inicio del fin de la Ruta de la Seda (todo esto debido a las rivalidades existentes entre musulmanes y cristianos).

No obstante, los europeos rehusaron aceptar la imposibilidad de negociar con los orientales, por lo que buscarían nuevas rutas de comercio, esta vez por vía marítima.

Bajo la anterior premisa, suceden los hechos del descubrimiento de la ruta del Cabo de Buena Esperanza (ruta marítima por la cual se podía llegar al océano Índico a partir del Atlántico) por el navegante portugués Bartolomé Díaz, a principios de 1488, y, cuatro años después, el descubrimiento de América por el almirante genovés Cristóbal Colón.

Así pues, la aparición de rutas marítimas más pacíficas y seguras desde Europa hacia Oriente, junto al descubrimiento de un nuevo continente repleto de riquezas, trajeron consigo el abandono de la Ruta de la Seda.